Para preparar el Adviento
Alejandra María Sosa Elízaga**
‘Permanencia voluntaria’.
Así decía un letrerito que ponían en los cines (allá, en ¡el siglo pasado!).
Autorizaban así a los espectadores a quedarse a la siguiente función.
Esta oferta les venía muy bien sobre todo a los que llegaban ya empezada la película.
Se quedaban a la siguiente función, para ver lo que se habían perdido.
No les importaba ver el principio habiendo ya visto el final.
Recordaba esto ahora porque cada año, por estas fechas, nos sucede algo parecido. Vemos el final y enseguida nos preparamos para ver el principio.
Este domingo se celebra la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, y en el Evangelio que se proclama en Misa (ver Mt 25, 31-46), se nos presenta el final de los tiempos, cuando Cristo vendrá glorioso, acompañado de Sus ángeles, y juzgará a vivos y muertos.
Es, como quien dice, el final de la película, no sólo porque nos habla de lo que sucederá en el fin del mundo, sino también porque con esta Solemnidad finaliza el año litúrgico.
Y ya que se toca el tema del año litúrgico, cabe recordar que así como “los seres humanos estamos acostumbrados a los ciclos anuales, a vivir cada año determinados eventos que se repiten cíclicamente y se insertan con toda naturalidad en el transcurrir de nuestra vida (cuatro estaciones, cumpleaños, aniversarios, etc.), la Iglesia estructuró la Liturgia según un ciclo anual que se llama 'año litúrgico' o 'ciclo litúrgico'.
Tomó los principales acontecimientos de la vida de Jesús (Nacimiento, Bautismo, Pasión, Muerte y Resurrección, Ascensión, etc.), y los acomodó a lo largo del año, para que los vivamos, reflexionemos y celebremos como parte de nuestra existencia cotidiana. Así, como una familia va celebrando a través de los meses, los momentos más significativos de la vida de sus miembros, en la Iglesia nos reunimos a recordar y festejar los momentos más significativos de nuestra vida de fe.
Como es lógico lo primero era conmemorar que Jesús nació, pero así como una mujer tiene que vivir un período de embarazo antes de dar a luz y lo aprovecha para preparar todo lo necesario para recibir a su bebé, la Iglesia estableció un período para ayudarnos a prepararnos espiritualmente para recibir a Aquel que quiso venir a poner "Su morada entre nosotros" (Jn 1,14).
Este tiempo de preparación recibe el nombre de 'Adviento' (que quiere decir 'advenimiento', 'venida'), comienza cuatro domingos antes de Navidad y con él inicia el 'año litúrgico'. Cabe comentar que es éste un tiempo de preparación no sólo para celebrar la venida histórica de Jesús, hace más de dos mil años, sino su venida futura, al final de los tiempos.
Durante el Adviento los ornamentos y vestiduras que se emplean en la Liturgia son de color morado, excepto en el tercer domingo de Adviento, o 'Gaudete' en el que se emplean ornamentos rosa para expresar el gozo por la proximidad del nacimiento de Aquel que es la Luz del mundo.” (del libro ‘Ir a Misa ¿para qué? Guía práctica para disfrutar la Misa', Ediciones 72, México, pp. 75-76).
El próximo domingo comienza el Adviento, por lo que conviene que desde ahora nos vamos disponiendo a vivirlo no cómo un tiempo de tensiones y prisas en el que nos presionamos para decorar la casa, comprar regalos, preparar convivios, etc. sino como un tiempo de preparar el alma para recibir en ella a nuestro Salvador.
Para ayudarte en este proyecto, se publicará en esta sección una guía práctica para cada Domingo de Adviento, con propuestas de oraciones y acciones. ¡No te las pierdas!
Sólo necesitarás tener a mano tu Biblia, ojalá también una corona de Adviento y cuatro velas, y sobre todo, muchos deseos de prepararte con amor a la venida del Señor