y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Pequeñas grandes prácticas cuaresmales

Alejandra María Sosa Elízaga*

Pequeñas grandes prácticas cuaresmales

‘Y esta Cuaresma ¿qué haré?’

Es una pregunta que se plantean muchos católicos que quisieran encontrar algo nuevo para que su limosna, oración y abstinencia no sean simples prácticas que se olvidan una vez que llega la Semana Santa, sino les hagan crecer espiritualmente.

La intención es buena, pero a veces se quiere hacer tanto que resulta demasiado. Decía san Francisco de Sales que no debemos de que querer volar si somos aves de corral, que hemos de conformarnos con aletear lo mejor que podamos. En lugar de soñar con grandes hazañas que están fuera de nuestro alcance, hacer bien lo pequeñito que sí está a nuestro alcance. Recordemos que el Reino de Dios comienza con algo tan pequeño como un grano de mostaza (ver Lc 13, 18-19).

Así pues, en lugar de querer sentirnos heroicos herniándonos el alma con esfuerzos sobrehumanos, qué tal si en esta Cuaresma realizamos pequeños sacrificios que podrían parecer insignificantes, pero que practicados con perseverancia 40 días pueden volverse buenos hábitos que no tengamos que abandonar cuando termine la Cuaresma, pues nos ayudan a fortalecer nuestro dominio propio, ser más conscientes de la presencia de Dios a lo largo de nuestra jornada, y ejercer la misericordia.

He aquí dos sugerencias para cada una de las prácticas cuaresmales:

Con relación a la abstinencia:

Absténte de de dormir ‘otro ratito’ cuando suena el despertador, levántate a la primera.

Absténte de servirte una segunda vez algo que te encanta (y no se vale que la primera vez te sirvas tanto que no te importe no volverte a servir).

Con relación a la oración:

Incorpora a tu jornada momentos de oración, como el rezo del Ángelus a las 12pm y 6pm y la Coronilla de la Divina Misericordia a las 3pm. Programa tu celular para que suene una alarma a esa hora y cuando ésta suene, deja lo que estés haciendo y reza. No toma casi nada de tiempo: el Ángelus un minuto y la Coronilla cinco minutos.

Ser capaz de interrumpir al instante algo bueno, te va ‘entrenando’ para poder detenerte al instante antes de caer en algo malo, afianza tu fuerza de voluntad para resistir al pecado o para salir pronto de él si ya lo cometiste.

Parece sencillo, pero si estás leyendo o viendo un programa o película muy interesante, cuesta trabajo tener que poner pausa para rezar, sin embargo vale la pena hacerlo, siempre que sea posible. Es también una manera de honrar a María y a Jesús a lo largo del día.

Asocia una jaculatoria (breve oración de una frase, por ejemplo: ‘Jesús, confío en Ti’) a algo que haces diario, como subir o bajar una escalera, o pasar por cierto lugar, entrar o salir. Acostúmbrate a repetirla mientras realizas esa acción. Es una manera de enriquecer con oración tus actividades cotidianas. Y san Francisco de Sales decía que las jaculatorias son como suspiros de amor hacia Dios. Consideraba indispensable hacerlas todos los días.

Con relación a la limosna:

Cada día regala algo que te gusta y aún te sirve. Estamos llamados a amar al prójimo como a nosotros mismos, y si a ti n te gustaría recibir sólo sobras, no te acostumbres regalar sólo la ropa vieja, las cosas que ya no quieres. Decía santa Teresa de Calcuta que ‘hay que dar hasta que duela.’

Di algo bueno de alguien que te cae mal o haz algo bueno por esa persona sin que se dé cuenta. De esa manera lo harás por amor a Dios y no esperando gratitud o recompensa.

Son sólo algunas propuestas para darte una idea de cómo pequeños gestos cotidianos pueden hacer una diferencia. Recuerda que Jesús contó una parábola en la que fue recompensado con mucho quien fue fiel en lo poco (ver Mt 25, 21.23).

¿Qué otras ideas se te ocurren? Compártelas y, sobre todo, ¡ponlas en práctica!

Publicado el domingo 25 de febrero de 2024 en la pag web de 'Desde la Fe', de la Arquidiócesis de México, y en la pag web y de facebook de Ediciones 72