2 frases para todo el día
Alejandra María Sosa Elízaga*
La primera vez que las oí fue en un bellísimo reportaje sobre los monjes de la Iglesia Ortodoxa que viven en los monasterios del Monte Athos, en Grecia. Permitieron que el camarógrafo entrara donde nunca nadie había entrado, y gracias a ello los espectadores pudimos contemplar escenas nunca antes vistas, como la de un monje orando en la intimidad de su celda. Me llamó la atención que repetía dos frases una y otra vez, una y otra vez, pero no se me ocurrió imitarlo, pensé que era algo que sólo ellos hacían.
La segunda vez que las oí fue hace poco, en la estupenda charla que el obispo Robert Barron dio en la Jornada Mundial de la Juventud a miles de jóvenes. Les propuso repetir esas dos frases todas las veces que les fuera posible a lo largo de su jornada, por ejemplo al hacer quehaceres, al ir y venir, incluso al no hacer nada.
Eso despertó mi curiosidad. Investigué y descubrí que en sitios católicos muy dignos de confianza aprueban repetir continuamente dichas frases, porque ayuda a despejar de la mente los malos pensamientos y a elevarla a Dios. ¡Incluso el Papa Francisco las recomienda!
Estas dos frases constituyen lo que se conoce como ‘oración de respiración’, porque la primera frase se dice mientras uno inhala y la segunda frase mientras exhala. Al tomar aire se dice: ‘Señor Jesucristo, Hijo de Dios Vivo’, y al soltar el aire se dice: ‘ten misericordia de mí, pecador’ (o en femenino: pecadora).
Es una oración perfecta, pues reconoces a Jesús como tu Dios y Señor, con la frase con la que Pedro lo reconoció inspirado por Dios Padre (ver Mt 16, 16), y a la vez confiesas que necesitas Su misericordia y la pides, como aquel publicano del que Jesús dijo que por su humildad fue justificado (ver Lc 18,13).
Repetirla a lo largo del día te permitirá cumplir lo que proponía san Pablo: orar sin cesar (ver 1Tes 5, 17), serenará tu alma y la unirá más al Señor. Anímate a intentarlo.