¿Cómo celebrar el 'Día del Laico'?
Alejandra María Sosa Elízaga*
Como en el último domingo del ciclo litúrgico, que este año es el 20 de noviembre, la Iglesia celebra la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo (popularmente conocida como de ‘Cristo Rey’), suele pasar un poquito desapercibido que ese día también se festeja el “Día del Laico”, lo cual fue establecido en 2018, cuando el beato Anacleto González Flores fue declarado patrono de los laicos mexicanos. Así que sería bueno empezar a pensar en ello con anticipación.
La Iglesia llama ‘laicos’ a los bautizados que no participan del estado clerical ni religioso, es decir, en lenguaje popular, que no son curas ni monjes o monjas.
¿Qué sentido tiene dedicarles un día? Probablemente la intención sea agradecer y promover su presencia en la vida de la Iglesia: su asistencia a Misa y a otras celebraciones litúrgicas y su participación en diversos servicios y ministerios laicales.
Qué bueno que se reconozca la importancia de la presencia de los laicos en la Iglesia, ahora lo que urge es hacer algo concreto y eficaz para mantener e incrementar esa presencia.
Esta semana me enteré de una estadística alarmante. Más de la mitad de los miembros de otras denominaciones religiosas son ex-católicos. Surge la pregunta: ‘¿qué les pasó?, ¿por qué se fueron de la Iglesia?’
Si uno se tomara el tiempo de platicar con ellos descubriría que la gran mayoría tuvo la misma experiencia: su familia era católica, pero sólo de nombre; si iban a Misa era por obligación y sin saber a qué. En casa no hablaban de Dios ni rezaban ni leían la Biblia. Los mandaron de chiquitos al catecismo, hicieron su Primera Comunión, e incluso algunos se confirmaron, pero nunca tuvieron una relación personal con Jesús y tampoco siguieron recibiendo formación. Al crecer olvidaron las razones de su fe y ya siendo jóvenes o adultos alguien los invitó a algún servicio religioso donde se vivía una fe muy animada, con cantos y prédicas, les dijeron sobre la Iglesia mentiras que no supieron rebatir, y terminaron quedándose allí, ignorando que habían abandonado a Jesús, Presente en la Eucaristía, para conformarse con cantarle y oír hablar de Él.
¿Qué se puede hacer para que los laicos conozcan su fe y establezcan una sólida relación con Jesús? Ayudaría mucho que una vez al mes, mejor si fuera más seguido, las familias pudieran reunirse para una hora de enseñanza, adoración y convivencia.
Que en el rato dedicado al aprendizaje, a los niños muy pequeños se les dieran colores y papel para dibujar, y con títeres se les explicara el Evangelio o les contaran anécdotas de los santos.
Que a los niños mayores se les animara a memorizar textos bíblicos (para acumular en su mente y corazón un tesoro del que podrían echar mano cuando lo necesitaran). Que se organizaran competencias y juegos divertidos para familiarizarlos con la Biblia.
Que a los adolescentes se les invitara a participar en la pastoral de caridad para encauzar su natural compasión y permitirles conocer cuánto bien hace la Iglesia.
Que a los jóvenes se les enseñara apologética, para que si van a la universidad y sus creencias son cuestionadas, sepan defenderlas. Que se les preparara con debates y dándoles a leer textos de santos y Padres de la Iglesia que respondan a su sed de conocimiento y a las interrogantes que a esa edad suelen plantearse.
Y que los adultos recibieran cursos de Biblia y temas del Catecismo aplicados a su vida.
Después de media hora de enseñanza se podría tener un momento de adoración en silencio ante Jesús Sacramentado para que cada uno lo contemplara, adorara y tuviera un encuentro personal con Él.
Y por último podría haber un ratito de convivencia para que pudieran relacionarse con miembros de otras familias, hicieran amigos, formaran comunidad.
Qué gran manera de celebrar a los laicos sería ayudarles a valorar lo que la Iglesia les ofrece, y que no hallarán en ningún otro lugar: su confiable autoridad; el encuentro personal con Jesús, Presente en la Eucaristía, y la plenitud de la verdad.