y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

En solidaridad

Alejandra María Sosa Elízaga*

En solidaridad

Semana Santa, días santos, semana mayor, así solemos referirnos a los días entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Pascua.

Es un modo de expresar que no se trata de una semana ordinaria, que no se parece a ninguna otra en el año, porque en ella conmemoramos la intervención más extraordinaria de Dios en nuestra historia, acontecimientos fundamentales que le dan sentido y sobre los que está cimentada nuestra fe: que se quedó con nosotros para siempre en la Eucaristía; que instituyó el sacerdocio; que voluntariamente se entregó y dio la vida por amor a nosotros, y que resucitó para librarnos de las ataduras del pecado y de la muerte.

Tener la oportunidad de participar en los oficios de Semana Santa es un privilegio del que lamentablemente no todos los católicos disfrutan. 

Algunos se lo pierden voluntariamente, pero muchos otros quisieran acudir y no pueden. 

Nos duele en el alma su situación. 

Muchos hermanos nuestros están pasando por momentos muy difíciles, porque viven en lugares donde son acosados, perseguidos, secuestrados, torturados y asesinados por su fe. 

Muchos no tienen parroquia a la cual asistir porque se las han bombardeado o arbitrariamente arrebatado o clausurado. 

Otros no pueden ir a la iglesia porque están amenazados por grupos terroristas, o porque están huyendo, en calidad de refugiados. 

En México en particular nos duele la situación de miles de hermanos migrantes, que están siendo discriminados y explotados allí donde fueron en busca de trabajo, y ahora además deportados.

Es por ello que en este número especial de Semana Santa, Desde la Fe nos invita a que además de vivir devotamente los actos litúrgicos y de piedad popular que se llevan a cabo, meditando en lo que se conmemora cada día, consideremos también la situación de los migrantes, busquemos maneras concretas de ayudarlos, y oremos mucho por ellos: por ejemplo en la visita a las siete casas, en el viacrucis, en la procesión del silencio, en el pésame a María, podemos reconocerlos en la persona de Cristo; podemos contemplar en María el dolor de sus madres y esposas, podemos encomendarlos con amor al Señor para que puedan unir sus sufrimientos a los Suyos para hallarle sentido redentor.

ORACIÓN POR LOS MIGRANTES

Señor:
Fuiste traicionado, abandonado,
aprehendido como un malhechor
llevado y traído sin consideración.
Sufriste burlas, interrogatorios,
malos tratos que no te merecías.

Te pedimos perdón
porque sigues padeciéndolos
en la persona de los migrantes.

Perdónanos porque no hemos sabido
verte y acogerte en nuestros hermanos,
porque nos desentendemos,
sus sufrimientos nos parecen ajenos.

Permítenos acompañarte en reparación,
trayéndolos a ellos en el corazón,
para ponerlos en Tus manos;
hacer nuestros sus sufrimientos, 
unirlos a los Tuyos
y saberlos ayudar, consolar de verdad
con Tu gracia y nuestra solidaridad. Amén.

Publicado el domingo 9 de abril de 2017 en la pag 2 de ‘Desde la Fe’, Semanario de la Arquidiócesis de México; y en las pags web y de facebooken de ‘Desde la Fe’, de SIAME (Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México), y en la de Ediciones 72, editorial católica mexicana.