y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

¿Te acuerdas de cuando vino el Papa?

Alejandra María Sosa Elízaga*

¿Te acuerdas de cuando vino el Papa?

‘¡Sí, claro!’, ‘¡sí, cómo no!’

Fueron las respuestas que más dieron diversas personas a las que les pregunté si se acordaban de cuando vino el Papa. También pregunté qué era lo que más recordaban.

Es que durante su visita hubo un verdadero bombardeo informativo, se hablaba de él en el radio, la tele, las redes sociales; abundaban los videos, las fotos, los mensajes de texto con sus palabras, sus discursos, sus homilías, y además la gente se movilizaba de un lado a otro para poder verlo ‘en vivo y en directo’: que si cuando pasara por tal calle, que si en la Basílica, que si en el Zócalo, que si en un estadio, en fin que fue un evento que a mucha gente le ‘sobrecargó los circuitos’.

Pero ahora que ha pasado justo un año de la visita de Francisco, y ya se calló el ruidero de las multitudes que aplaudían y coreaban porras, los gritos de los emocionados reporteros, los ‘sesudos’ comentarios de los analistas, y ya casi nadie menciona el hecho, ahora que, como quien dice, se aquietaron las aguas, y se puede ver el fondo, resulta interesante saber qué se sedimentó ahí, que le dejó a cada uno esa visita.

Éstas fueron algunas de las respuestas que recibí:

Una señora me dijo: “Tengo la bendición de tener todavía a mis papás, que están viejitos, y viven conmigo. Los quiero mucho, pero a veces hacen estropicios, por lo mismo que ya están grandes, o platican lo mismo muchas veces. Entonces me acuerdo de la ‘escuchaterapia’ y la ‘cariñoterapia’ que recomendó el Papa, y en lugar de impacientarme o regañarlos, les doy un apapacho y con mucho cariño los sigo escuchando y atendiendo.”

“A mí lo que se me quedó bien grabado, hasta me lo aprendí, -dijo un joven estudiante- fue eso de que ‘en el arte de ascender, el triunfo no está en no caer, sino en no permanecer caído’, y me ha servido ‘un buen’ para ‘echarle ganas’, y no desanimarme ni mandar todo a volar cuando las cosas me salen mal.”

Un doctor compartió conmovido lo que recordó: “Cuando aquella jovencita enferma de cáncer le cantó el Avemaría, y él se detuvo a escucharla poniéndole toda su atención.
Me impactaron dos cosas. Que a pesar de su apretada agenda, no se siguió caminando, sino se paró ahí, como si pudiera dedicarle todo el tiempo del mundo. Los médicos no dedicamos suficiente tiempo a nuestros pacientes, los atendemos con prisa, los interrumpimos, no dejamos que nos platiquen cómo se sienten. 

Y lo otro que me quedó es que seguramente esa niña hubiera querido darle regalos al Papa, pero no tenía nada más que su canto, y fue lo que le dio. Y él supo captarlo y valorarlo. Y en ese momento entendí que no debo tener expectativas de lo que los demás me deben dar, o cómo deben ser mi esposa, mis hijas, sino más bien valorar y recibir lo que buenamente me pueden dar. Y he procurado cumplirlo y me ha hecho mucho bien.”

Una joven, entre risas, me confió: “¡Pues a mí me encantó la ‘regañiza’ que le puso a ese chavo que se estaba ‘agandallando’ lo que el Papa estaba regalando! Me encantó ver que es de carne y hueso, que sabe enojarse ante una injusticia, y sobre todo, eso de ‘¡no seas egoísta, no seas egoísta!’ me resuena en la cabeza cada vez que quiero hacer algo nomás pensando en mí y no en los demás”.

Una viejita declaró: “Me emocionó ver su amor por los indígenas, por los presos, por los necesitados. Y me conquistó cuando supe que lo único que pidió fue tener un ratito para orar a solas ante nuestra Madrecita del Tepeyac, y ¡qué impresión el silencio que se hizo, tanto dentro como afuera, en ese momento! Pensé: ahora sí que el Papa es mexicano, porque si es guadalupano, ¡es nuestro hermano!”.

Hubo quienes no supieron decir algo específico que les hubiera llamado la atención de la visita del Papa, pero su mirada se llenaba de nostalgia, suspiraban, sonreían, y decían: “¡todo!, que haya ‘cruzado el charco’ para venirnos a ver, que nos quiera, que pida por nosotros”. Muchos concluían: “Ahora nos toca a nosotros seguir pidiendo por él”.

Publicado el domingo 12 de febrerdo de 2017 en 'Desde la Fe', Semanario de la Arquidiócesis de México; en las pags web de 'Desde la Fe', de SIAME (Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México), y en la de Ediciones 72.