A oscuras
Alejandra María Sosa Elízaga*
“Luz que alumbra a las naciones”.
Esa frase se refiere a Jesús, en el Evangelio que se proclama este 2 de febrero en la fiesta de la Presentación del Señor (popularmente conocida como la ‘Candelaria’, porque la Misa comienza con una procesión de candelas, es decir, de velas encendidas).
La pronunció Simeón, un anciano al que Dios le había prometido que no moriría sin ver al Salvador, y en efecto, lo vio cuando María y José llevaron al Templo al Niño, a los cuarenta días de nacido (ver Lc 2, 22-40).
¿Qué quiso decir?, ¿por qué llamó así a Jesús? Fue un anuncio profético, se anticipó a lo que el propio Jesús diría, años más tarde, de Sí mismo: “Yo soy la luz del mundo, el que me siga, no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8, 12).
Jesús es Luz de las naciones, pero desgraciadamente rechazan Su luz cada vez más naciones.
Se cumple lo que dice san Juan en el prólogo de su Evangelio: “La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron” (Jn 1, 9-11).
Y ya se sabe que quien da la espalda a la luz, camina sobre su propia sombra, por lo que no es de extrañar, que el mundo se esté quedando a oscuras.
A oscuras los hogares donde no se lee la Biblia, las familias que no se dan tiempo para orar y participar en los Sacramentos.
A oscuras las escuelas, en las que está prohibida la religión, en las que no enseñan a los niños su dignidad de amados hijos de Dios.
A oscuras la política, que a quienes la ejercen les permite olvidar el ‘no mentirás, no codiciarás, no robarás, no matarás...’.
A oscuras la cultura, que llama ‘evento educativo’ a realizar exposiciones blasfemas o misas negras.
A oscuras las plazas, en las que destruyen o quitan la cruz de los atrios y de las cúpulas, no sea que a alguien le pueda incomodar verlas al pasar.
A oscuras los medios de comunicación, dedicados a desinformar, distorsionar las noticias relativas a la Iglesia, criticarla, burlarse y atacarla.
A oscuras las pantallas que promueven la adicción a la pornografía, al alcohol, a las drogas, a la violencia.
A oscuras quienes no ven en el vientre materno o en el anciano o enfermo terminal, a un ser humano al que es inadmisible descartar.
A oscuras quienes no quieren descubrir en el enemigo a un hermano al que hay que amar y perdonar, no aterrorizar y exterminar.
A oscuras quienes no buscan servir al otro, sino servirse del otro.
A oscuras los que se dejan llevar por sus instintos, por lo que quieren al momento, sin considerar si está bien o esta mal.
A oscuras quienes no le hallan sentido a la vida, y por eso desprecian la propia y la de los demás.
A oscuras quienes no saben diferenciar lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto, lo que los puede perder y lo que los puede salvar.
A oscuras los engañados que aventuran esta apuesta: “no hay Dios que me pida cuentas” (Sal 10,4).