Adviento en el Año de la Misericordia
Alejandra María Sosa Elízaga**
Esta semana el Papa Francisco inauguró el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, un Año Santo en el que nos invita a “ser misericordiosos como el Padre”, lo cual implica abrir nuestro corazón a recibir y compartir la misericordia de Dios.
Su invitación es para ¡ya!, así que bien podemos empezar a responderla, por lo pronto, durante lo que resta del Adviento, mientras nos preparamos para la Navidad.
He aquí cuatro sugerencias prácticas, inspiradas en lo que nos propone el Papa en la Carta Pastoral ‘El rostro de la misericordia’, donde dio a conocer lo relativo al Jubileo.
1. Lee la Palabra
Acostúmbrate a iniciar y terminar tu día, leyendo la Palabra de Dios. Las Lecturas de Misa en estos días son bellísimas y es una delicia reflexionarlas. Puedes leerlas en tu Misalito mensual o en una pantalla. Deja que iluminen tu caminar hacia la Navidad.
2. Reconcíliate
Haz una buena Confesión, reanuda o reafirma tu amistad con Dios.
En todas las diócesis hay ‘agentes de la misericordia’, sacerdotes autorizados a perdonar pecados que ordinariamente sólo puede perdonar la Santa Sede, y también se podrá obtener indulgencia plenaria realizando una peregrinación y cruzando el umbral de alguna Puerta Santa de las que se han abierto en Catedrales, Basílicas y templos principales de todo el mundo.
Aprovecha esta oportunidad, para quitar todas las barreras que te impidan abrirte a la gracia con que Dios te quiere colmar.
3. Perdona y pide perdón
Mucho daña y divide a una familia, comunidad parroquial, laboral, etc. que haya miembros peleados entre sí, que no se soportan, que no se hablan, que amenazan: ‘si va fulano-a al festejo navideño ¡yo no voy!’.
Qué bueno sería aprovechar este tiempo de misericordia para desterrar la soberbia y el resentimiento de nuestro corazón, y decidirnos por fin a perdonar y/o a pedir perdón.
Que por nosotros no quede, que en este Año de la Misericordia seamos, en nuestro mundo, promotores de paz y de unidad, no de división.
4. Realiza obras de misericordia
Busca la manera de convertir en obras de misericordia, tus prácticas habituales de esta temporada.
Por ejemplo, dentro de las obras corporales, prepara una canasta navideña con una sabrosa despensa y envíala anónimamente a una familia necesitada; regala ropa buena y calientita; visita a algún enfermo o ancianito y llévale una flor de Nochebuena que le alegre su recámara; invita a tu cena navideña a alguien que no tiene con quién celebrarla; da regalos anónimos a quien no los espera y que no te puede corresponder.
Dentro de las obras espirituales, comparte con alguien el verdadero significado de la Navidad; consuela a alguien que vive esta temporada como tiempo de nostalgia o de tristeza por la ausencia de seres queridos; proponte no tomar nada a mal, supón la buena intención de los demás y perdona de inmediato las ofensas; soporta, no con mal disimulada impaciencia, sino con buena voluntad (y buena cara), a las personas difíciles con las que tendrás que convivir; y date un tiempo cada día, para tu oración personal y para orar en familia o en comunidad por las intenciones de todos y por la paz mundial.
El Papa anima a que recemos la Coronilla de la Misericordia, un rezo muy poderoso y a la vez muy sencillo, que toma sólo cinco minutos. Habitúate a rezarla, ¡vale la pena!
Como ves no es difícil incorporar prácticas de misericordia a la vida cotidiana, y es muy importante, porque como dice el Papa, la misericordia debe ser nuestro distintivo como cristianos, dejar que Dios nos colme de ella y desbordarla sobre otros.
A partir de este Adviento, hagamos realidad el sueño de Francisco, de que “a todos, creyentes y lejanos, pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del Reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros.” (MV 5).