y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Suicidio asistido

Alejandra María Sosa Elízaga* *

Suicidio asistido

Escapar es un buen instinto, pero puede ser también evasión.

Es buen instinto cuando escapamos de algún peligro: un auto en llamas, una casa que se derrumba, la ola arrasadora de un tsunami.

Es evasión cuando evitamos algo que debíamos asumir.

Por ejemplo, cuando alguien escapa a su realidad y se sumerge en el alcohol o la droga. Escapa al compromiso y vive con su pareja sin casarse.

Escapa a la responsabilidad de criar al hijo que ha engendrado, y lo aborta, y de nuevo escapa a la culpa afirmando que era sólo células (aunque ya tenía cabeza, boca, ojos, extremidades, uñitas en los dedos y un corazón que latía...).

Escapa a los problemas mediante la evasión de no pensar en ellos pasando horas ante una pantalla o yendo de compras o buscando afanosamente distracción, diversión.

Y el último escape: el suicidio.

Hace días se suicidó Brittany Maynard, norteamericana de 29 años. Los médicos le diagnosticaron cáncer cerebral y le dieron seis meses de vida. Se mudó a Oregon, EUA, donde es legal el suicidio asistido, anunció su intención de matarse y difundió en la red un video elaborado por una fundación que en su nombre promueve que quitarse la vida demuestra dignidad, compasión y gran valor.

La tergiversación de estos tres conceptos exige reflexión.

¿Qué es la dignidad?, ¿una actitud que puedes perder si haces algo que otros consideran indigno?, ¿sufrir, perder la memoria, la conciencia, la razón, te hacen perder la dignidad? ¡No!

La dignidad no depende de la salud o de la edad; viene de ser creados por Dios a Su imagen y semejanza.

Nuestra dignidad viene de ser, por nuestro Bautismo, ¡hijos amadísimos de Dios!

Ni el dolor ni los años pueden alterar eso. Lo digno no es rechazar la vida que Dios nos regala, sino aceptarla, agradecerla, y vivirla plenamente desde el principio hasta el final.

¿Qué es la compasión? Padecer con el otro, acompañarle en sus sufrimientos con amor.

No se puede quitar la vida por compasión.

El ser humano no es un perrito del que el veterinario dice: ‘lo vamos a poner a dormir para que no sufra’.

No nos gusta sufrir, pero si unimos nuestro sufrimiento al de Cristo, adquiere un valor incalculable, ¡se vuelve redentor!

El sufrimiento permite a quien lo padece, purificarse, desapegarse de muchas cosas.

Aún de un paciente en coma del que dicen: ‘parece vegetal’, ¡no es así!, ¡quién sabe cuánto está pasando en esa alma, a la que Dios misericordiosamente le está dando tiempo para convertirse!, y si vienen los parientes, por una mal entendida compasión, le aplican la eutanasia, no lo ayudan, ¡todo lo contrario!,¡lo mandan a entregarle cuentas a Dios antes de tiempo!

Y si es el paciente quien elige suicidarse por ‘compasión’ hacia sus seres queridos, para no ser ‘una carga’, se equivoca, pues priva a quienes le iban a atender de hacer un gran servicio de caridad que Dios les hubiera tomado muy en cuenta para el perdón de sus pecados.

Sorprende que la mamá de Brittany declaró que no era asunto suyo decirle a su hija cómo vivir ni cómo morir.

A veces los parientes aprueban que su pariente se suicide porque se ahorran idas al hospital y gastos médicos. Eso es cualquier cosa menos compasión.

Y por último, ¿qué es el valor?, la valentía de enfrentar algo difícil.

¿Cómo se va a hablar de valor si suicidarse es el mayor acto de cobardía?

No se necesita valor para tomarse unas pastillitas, quedarse dormido y morir; el valor está en vivir.

El suicida busca escapar de su vida; pero nadie puede colarse así al final feliz. Lo que no se paga en esta vida, se paga en la vida eterna, y con intereses...

La víspera de suicidarse, Brittany declaró sentir que era demasiado pronto, pero lo hizo de todos modos. Se sintió presionada a cumplir su palabra.

Qué pena que no se dio tiempo de conocer y acercarse a Dios, de hallarle sentido a su vida, de disfrutar la cercanía de sus seres queridos, de tantas y tantas cosas de las que se perdió, incluida una cura para su mal, incluso un milagro.

Muchos pacientes a los que les han dado semanas o meses de vida, han vivido años y algunos hasta ¡se han curado! Ella no se dio esa oportunidad.

Al parecer la tentación de suicidarse ataca sobre todo a quien no tiene fe.

En su último mensaje Brittany nunca menciona a Dios, y al final dice: ‘rieguen buena energía’ (lo que sea que eso signifique). Es evidente que no basta tener ‘buena vibra’; quien no tiene a Dios no tiene nada, vive -y muere- a oscuras.

En cambio, cuando se tiene fe, la tentación de escapar cuando las cosas se ponen difíciles, se disipa al contemplar a Aquel que pudiendo escapar no escapó; Aquel, que pudiendo huir cuando venían a aprehenderlo, no huyó; que pudiendo evitar el suplicio de la cruz, se dejó clavar en ella, para asumir hasta las últimas consecuencias nuestra realidad, la más dolorosa, la más espantosa, la más negra, la que más miedo nos daba, la que parecía irremediable, y la iluminó y le dio sentido y le puso punto final.

La verdadera dignidad, compasión y valor, no está en quitarse la vida, sino en aceptarla como venga y vivirla de principio a fin, de la mano del Señor.

*Publicado en Desde la Fe, Semanario de la Arquidiócesis de México, el domingo 9 de noviembre de 2014, p.2