Santos para toda la vida
Alejandra María Sosa Elízaga*
Conocí a una niña a la que en su Primera Comunión, su hermano mayor le regaló un libro sobre santa Teresita del Niño Jesús. A la niña le gustó que la portada la mostraba sonriente y con un ramo de rosas, sus flores favoritas, y lo leyó. Le sorprendió que a diferencia de las historias que acostumbraba leer, en las que al final los personajes eran ‘felices para siempre’, ésta terminaba en que Teresita ¡moría! Se lo comentó a su mamá, quien le explicó que en realidad la historia acababa bien, pues Teresita se había ido con Dios a ser feliz para siempre. Le alegró mucho saberlo y desde entonces guardó un lugar especial en su corazón para esta santita, de la que años más tarde leyó su autobiografía y pudo venerar sus reliquias. Ya de grande se atrevió a pedirle un favor especial: interceder por la conversión de su mejor amigo. No la defraudó. Antes de fallecer, de avanzada edad, él recibió auxilio espiritual y murió un 1° de octubre, ¡día de la fiesta de santa Teresita!
¡Qué importante fomentar en los niños conocer a los santos y entablar con ellos una relación personal, de amor y confianza que dure toda la vida!
Reflexionaba en ello esta semana en que celebramos a santos muy populares y queridos (el 29 los Santos Arcángeles; el 30 san Jerónimo; el 1° santa Teresita; el 2 los Ángeles Custodios; el 4 san Francisco de Asís y el 5 santa Faustina).
Ayudemos a nuestros niños a que en lugar de admirar a esos héroes de pantalla, de mallas de lycra y prepotentes actitudes, aprendan a relacionarse con los héroes de verdad, los santos, y a imitarlos en su humildad y en sus virtudes.