La última vez
Alejandra María Sosa Elízaga*
“Si tan sólo hubiera sabido que la última vez sería la última vez, hubiera pospuesto todas las cosas que tenía que hacer; me hubiera quedado un rato más largo; te hubiera dado un abrazo más apretado. Ahora que no daría por un día más contigo.”
Es la letra con la que inicia una canción de un grupo cristiano norteamericano, en la que el autor lamenta no haberse dado cuenta de que ya no tendría otra oportunidad para disfrutar la presencia de la persona amada.
Hace poco asistí a los funerales de una amiga con las que me pasó algo así. Chateaba con ella una tarde para ver cómo seguía. Luego supe que a la mañana siguiente fue hospitalizada y falleció.
Ante la repentina ausencia de quien pensábamos seguir viendo queda un doloroso ‘nunca más’ y tal vez muchos ‘hubiera’ y ‘¡de haber sabido!’
Por ello debe quedar también una importante lección, que ha aplicarse no sólo a nuestra relación con otras personas, sino a todo lo que hacemos, a todo lo que vivimos diariamente: pensar que tal vez lo estamos haciendo o viviendo por última vez, así que hemos de hacerlo y vivirlo lo mejor posible (claro, obviamente me refiero a hacer y vivir cosas buenas).
Pensar: ‘ésta puede ser mi última Misa’, ‘mi último Rosario’, ‘la última vez que cenamos todos en familia’, ‘la última vez que veo a tal ser amado’, ‘la última vez que oro’, ‘la última vez que tengo esta oportunidad’,‘la última vez que puedo hacer este favor’.
Cabe aclarar que no se trata de vivir entristecidos o amargados pensando que será la última vez que disfrutemos algo que disfrutamos. Pensar que pueda ser la última vez ha de motivarnos a hacerlo lo mejor posible. Por ejemplo, si te da flojera ir a pasar un rato de oración o adoración ante el Santísimo, pensar: ‘esta podría ser la última vez’, te animará a ir con gusto. Si sientes la tentación de hacer algo apresuradamente y ‘al aventón’, pensar que podría ser la última vez que lo hagas, te estimulará a hacerlo con esmero.
No sabemos cuándo será la última vez que Dios nos permitirá hacer o vivir algo, y qué bueno, porque saberlo nos echaría a perder el momento, tal vez nos pondríamos a llorar en lugar de disfrutar. Pero aunque no lo sepamos, tengamos presente que cada vez podría ser la última vez, y pidámosle al Señor Su gracia para hacerlo y vivirlo todo lo mejor posible, aprovechando cada momento al máximo.