Él nos amó primero
Alejandra María Sosa Elízaga**
Contaba una amiga que cuando estaba en la secundaria, y se sentía fea porque usaba frenos, tenía pecas y era demasiado flaca, su hermano le contó que ella le gustaba mucho a un compañero de su escuela.
Enterarse de eso le despertó la curiosidad por saber quién era, y le dio la confianza que necesitaba para atreverse a platicar con él. Y así lo fue conociendo y se fue enamorando del que hoy es su marido.
Recordaba esto al leer que en la Segunda Lectura que se proclama este domingo en Misa, san Juan nos dice que Dios “nos amó primero” (Jn 4, 10), es decir, que Dios nos amó antes de que nosotros lo conociéramos o amáramos. Su amor es desde siempre y para siempre.
Saber esto nos da la confianza para acercarnos a Él, a pesar de sentirnos ‘feos’ por dentro, llenos de defectos y pecados, y, sobre todo, nos mueve a corresponderle.
Decía santa Teresa que amor con amor se paga.
Así como cuando un hombre le dice a la mujer de la que está enamorado: ‘te amo’, anhela escuchar no un: ‘muchas gracias’, sino un: ‘yo también te amo’, así también Dios nos declara Su amor y espera que lo amemos.
¿En qué consiste amar a Dios?
En abrirnos a Su amor, en dejar que Su amor eterno, desbordante, incondicional, inunde nuestro corazón.
Pero no sólo eso, ese amor inconmensurable no puede simplemente quedar encerrado en nuestro interior.
Hay que compartirlo, comunicarlo.
Dios espera que amemos a los demás con el amor con que nos ama Él.
Y como dicen que nadie da lo que no tiene, se asegura primero de que tengamos, y en abundancia, el amor que nos pide dar.
Así pues, “nosotros amemos, porque Él nos amó primero” (1Jn 4, 19).