Memoria
Alejandra María Sosa Elízaga*

‘Ya se olvidó de su origen humilde’
Es una frase que la gente suele decir refiriéndose a alguien que ha logrado alcanzar una posición importante, y su dinero, poder y fama lo han hecho creerse, como decimos en México, el ‘muy muy’, y sentirse muy por arriba de los demás.
Quien pierde así la memoria inevitablemente cae en la soberbia de creer que nada se le dificulta, que todo lo puede y que por sí mismo logra lo que quiere.
Se vuelve engreído, prepotente y antipático.
Necesita caerse de su pedestal para que el trancazo lo haga reaccionar y cambiar.
Por el contrario, quien llega muy alto pero no olvida que empezó muy abajo, tiene otra actitud, se mantiene humilde y dispuesto a ayudar a los que sufren lo que sufrió. Por ejemplo, la escritora más rica de Inglaterra, fue golpeada por su esposo, tuvo que dejarlo y criar sola a su hija. Y ahora emplea parte de su fortuna para ayudar a mujeres víctimas de la violencia, y a madres solteras. El director de un importante canal católico de televisión, siempre recuerda que su mamá fue migrante ilegal, deportada varias veces de EUA, y ahora él hace mucho para ayudar a los migrantes.
Es fundamental tener siempre presente en la memoria y en el corazón, el propio origen.
Y si lo es a nivel humano, cuánto más en nuestra relación con Dios.
En la Primera Lectura que se proclama en Misa este Primer Domingo de Cuaresma (ver Dt 26, 4-1), Moisés enseña a las gentes de su pueblo a que cuando presenten ante Dios las primicias, es decir, lo primero, lo mejor, de sus cosechas, repitan ante el Señor, ciertas palabras que les recuerden de dónde vinieron, cómo fue su origen, su historia, para ser conscientes de que lo que ahora tienen y le ofrecen, no se debe a sí mismas, sino al Él, y por eso al terminar de pronunciarlas, se postren y lo adoren.
Qué importante es lo que podríamos llamar la memoria espiritual.
Tener siempre presente lo que Dios ha hecho por nosotros.
En la Biblia leemos la historia de la salvación, y conocerla nos hace conscientes de todo lo que Dios ha realizado por Su pueblo.
Y sería muy bueno que también nosotros escribamos nuestra propia historia de salvación.
No es difícil ni complicado, ni requiere demasiado tiempo.
Basta un cuaderno en el que vayamos anotando cómo Dios se manifiesta en nuestra historia cada día.
Y así, por ejemplo, en una hoja podemos copiar una frase de un Salmo, que nos gustó.
En otra ocasión contar acerca de un asunto en cuya solución vimos claramente la mano del Señor, y así, diario o de vez en cuando, podemos ir registrando nuestra historia a la luz de la Palabra y la presencia de Dios.
Estamos iniciando la Cuaresma y puede ser una buena práctica cuaresmal iniciar nuestro diario espiritual. Hacerlo nos permitirá mantenernos humildes, conscientes de que no salimos adelante por nosotros mismos, sino con ayuda del Señor, y nos moverá, como a Su pueblo, a agradecerle, adorarlo y a ponernos cada día más confiados en Sus manos.
(Del libro de Alejandra María Sosa Elízaga “La respuesta de Dios”, Col. ‘La Palabra del Domingo’, ciclo C, Ediciones 72, México, p. 38, disponible en Amazon).