y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Tentación

Alejandra María Sosa Elízaga*

Tentación

¿Has tenido tentaciones?

A esta pregunta muchos responden apresuradamente: '¡nnooooo!, ¿cómo crees?', pensando que la palabra 'tentación' es sinónimo de pecado y, más aún, de algún pecado bochornoso e inconfesable.

Pero ésa es una idea equivocada, como lo muestra el Evangelio que se proclama este domingo en Misa (ver Lc 4, 1-13). En éste se nos narra que Jesús, que nunca cometió pecado, sí sufrió tentaciones.

Queda claro, por tanto, que no es lo mismo tentación y pecado, puesto que se puede padecer una sin caer en el otro. Lo que quizá todavía no queda claro es qué es la tentación, por lo que cabe responder a las preguntas más comunes al respecto.

¿Qué es la tentación?

Es una prueba. Porque pone a prueba tu fe, entendida ésta como adhesión a Dios. Experimentas la tentación cuando tienes la oportunidad de pensar, decir, hacer o dejar de hacer algo contrario a la voluntad de Dios, que siempre nos pide amar y hacer el bien a otros. Por ej: se puede sentir tentación de mentir, cometer adulterio, robar, odiar, matar.

¿De dónde viene la tentación?

En la Carta del Apóstol Santiago se afirma: "Que nadie diga, cuando sufre una tentación, que es Dios el que lo tienta, porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni pone Él mismo a nadie en tentación. Más bien, cuando alguien es tentado, es su propia concupiscencia (es decir, su inclinación al pecado) la que lo arrastra y lo seduce" (Stg 1, 13-14).

Si queremos buscar culpables, culpemos, como aprendimos en el catecismo, a la carne (lo cual no se refiere a un plato de carnitas -aunque no sea nada recomendable por el colesterol-sino a la propia condición humana, débil, frágil, inclinada a pecar); al demonio (que está siempre buscando la manera de engañarnos para alejarnos de Dios), y al mundo (es decir, la situación de pecado que nos rodea, como malos ejemplos en casa; estructuras sociales de pecado -injusticias, corrupción, etc.- dentro de las cuales nacemos y crecemos, a las que nos acostumbramos y de las que aprendemos). En el Evangelio dominical vemos que fue el demonio el que trató de tentar a Jesús.

¿Quién puede padecer tentación?

Todo ser humano. El propio Jesús, Dios y Hombre verdadero, las padeció. Como Dios no podía ser tentado, pero como Hombre sí. Nadie puede sentirse a salvo de sufrir tentaciones. Es parte de la condición humana.

¿Cuándo se padece la tentación?

Toda la vida, y en especial cuando menos se la espera y cuando se cree que ya se la superó. Por eso nunca hay que confiarse.

¿Dónde ataca la tentación?

Donde eres más vulnerable. Se puede decir que la tentación es un saco a la medida: lo que hace caer a uno no hace caer a otro. Lo vemos en el Evangelio. El diablo tienta a Jesús en lo que sólo Él podía ser tentado: en no cumplir el plan de salvación al que fue enviado; en usar Su poder divino sólo para Su beneficio, en dejarse contaminar por la ambición mundana y diabólica de poder; en pretender una gloria instantánea, sin cruz. A nosotros nos pega donde somos más frágiles: en el ego, en el deseo de fama, dinero, poder, prestigio, placer.

¿Cómo viene la tentación?

Empieza con un pensamiento que nos pasa por la cabeza. Según San Francisco de Sales hay que diferenciar la tentación que llega sin buscarla, de la 'delectación', que sucede cuando en lugar de rechazar la tentación, se la acoge (deleitándose en ella), y también diferenciarla de la caída en el pecado. Por ej: tras discutir con su suegra, una señora piensa: '¡quisiera matarla!', pero enseguida rechaza esta idea. Tuvo una tentación pero la superó. No pecó. Pero si se pone a pensar qué pasaría si le sirve a su desgraciada suegra raticida en la merienda, y disfruta imaginándosela muriéndose con los ojos saltados y la lengua de fuera, entonces está cayendo en la 'delectación', saboreando por así decirlo, la tentación y abriéndole la puerta al pecado. Y si, por último, va a la tienda, compra el veneno, lo echa en un guiso y se lo da a su suegra, cayó en la tentación y cometió un grave pecado (y, además, un crimen).

¿Cómo vencer la tentación?

San Agustín, daba el consejo más breve y práctico que hay: Correr. A la tentación no se le coquetea, se le corre. No hay que abrirle la puerta ni para echarla fuera. Como dicen por ahí: 'piernas para qué las quiero'. Hay que poner 'pies en polvorosa' más rápido que aprisa. Si presumes de vencerla sin duda caerás en ella. Y desde luego el arma más poderosa contra la tentación es la gracia de Dios. Dice San Pedro: "Estad atentos porque vuestro enemigo el diablo ronda como león rugiente buscando a quien devorar; resistidle firmes en la fe" (1Pe 5,8-9). ¿Cómo se puede estar firme en la fe? Acercándose más a Dios en la oración, en la lectura de Su Palabra; en la Confesión y en la Eucaristía.

¿Por qué caemos en la tentación?

Por confiadotes. Porque no estamos alerta para evitarla y porque no nos preparamos debidamente para vencerla, imitando a Jesús en adherirnos firmemente a la voluntad del Padre.

¿Por qué Dios permite que seamos tentados?

Quizá porque ganamos mucho espiritualmente cuando vencemos la tentación. Decía San Francisco de Sales que gracias a la tentación aprendemos a desconfiar de nuestras débiles fuerzas, a tomarnos más firmemente de la mano amorosa de Dios, a pedir Su gracia y a abandonarnos confiadamente a Su misericordia.

(Del libro de Alejandra Ma Sosa E. “La mirada de Dios”, Col. ‘La Palabra ilumina tu vida’, ciclo C, Ediciones 72, México, p. 44, disponible en Amazon).

Publicado el domingo 6 de marzo de 2022 en la pag web y de facebook de Ediciones 72