Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados
Alejandra María Sosa Elízaga
Año de la fe
Conoce, celebra, fortalece, comunica tu fe
Serie sobre el Credo:
Ficha 54
¿Tiene caso bautizar a un bebé?, ¿no es mejor esperar a que sea mayor de edad y dejar que por sí mismo decida si desea bautizarse, más aún, esperar a que sea viejito y bautizarlo en su lecho de muerte, para aprovechar que se le perdonarán los pecados de toda su vida?
Son dos preguntas cuya respuesta es un rotundo sí y un rotundo no.
Para comprender por qué consideremos lo siguiente:
¿Qué es el ‘Bautismo’?
Es un Sacramento, es decir, un signo sensible del amor de Dios, mediante el cual Él nos otorga una gracia especial.
Y ¿qué significa ‘bautizar’?
Viene de ‘patizein’, palabra griega que significa ‘sumergir’.
Quien es bautizado es sumergido en agua para simbolizar que muere con Cristo para resucitar con Él (ver Col 2, 12).
¿Qué gracias especiales recibimos en el Bautismo?
Se pueden mencionar, al menos, cinco:
1.- En el Bautismo recibimos el más completo perdón.
“Es tan pleno y completo el perdón que recibimos, que no nos queda absolutamente nada por borrar, sea de la falta original, sea de las faltas cometidas por nuestra propia voluntad, ni ninguna pena que sufrir para expiarlas” (C.E.C. 978).
Es un verdadero ‘borrón y cuenta nueva’, que nos limpia, nos lava, nos permite iniciar una vida nueva con la gracia de Dios.
Por ello es el primero de todos los Sacramentos, el que abre la puerta a los demás.
2.- En el Bautismo recibimos el Espíritu Santo que nos hace hijos adoptivos de Dios.
Gracias al Espíritu Santo entramos a formar parte de la familia de Dios, como hijos adoptivos del Padre (ver Rom 8,15-16; Gal 4,6).
3.- En el Bautismo recibimos las virtudes teologales.
Llamadas así porque provienen de Dios y nos conducen hacia Él.
Son la fe, que nos hace sensibles a Su presencia y amoldar nuestra voluntad a la Suya; la esperanza, que nos alienta a caminar de Su mano y hacia Él; la caridad, que nos alienta a amar como Él nos ama.
Son virtudes que nos permiten vivir la vida ordinaria de modo extraordinario.
4.- En el Bautismo recibimos al Espíritu Santo.
Él nos colma con Sus dones (ver 1Cor 12, 4-11), nos ilumina, nos guía, intercede por nosotros, nos sostiene y capacita para vivir como hijos del Padre (ver Mc 1,8; Jn 1,33; 1Cor 12,13 ; Rom 8, 14. 26-27).
5.- En el Bautismo recibimos la dignidad de sacerdotes, profetas y reyes.
Sacerdotes para interceder por otros y ofrecer a Dios sacrificios por amor a Él y en bien propio y de los demás; profetas, para saber escuchar a Dios y hablarle a otros de Él; reyes, para edificar y habitar ya desde ahora, el Reino de Dios.
Se comprende ahora que a las preguntas planteadas al inicio se responda: ¡claro que vale la pena bautizar a un bebé!, y ¡claro que no hay que esperar hasta el lecho de muerte para bautizarse!, es tal la riqueza espiritual que recibimos en el Bautismo, que conviene recibirla ¡lo antes posible!
Si a unos padres de familia se les avisara que hay una epidemia grave, no se negarían vacunar a su bebé, no pensarían que le están quitando la libertad de decidir si quiere o no enfermarse, y que mejor esperan a vacunarlo cuando sea grande. ¡Querrían impedir que se enferme hoy!
Del mismo modo, como la gracia recibida en el Bautismo perdona el pecado original y fortalece el alma contra los muchos males que pueden enfermarla, ¿cómo no aprovecharla lo más pronto que se pueda?
Por eso desde los más remotos orígenes de la Iglesia bautiza a los bebés, y ya cuando crecen los catequiza y les da múltiples oportunidades (por ejemplo en Pascua) de renovar por sí mismos las renuncias y promesas que sus papás y padrinos hicieron por ellos en su Bautismo.
Por último, es interesante hacer notar que a diferencia de las frases anteriores del Credo que dicen: ‘creo’, ahora decimos ‘confieso’.
Es otra manera de declarar que lo que afirmamos es verdad.
Y ¿qué es lo que afirmamos?
Que el Bautismo perdona los pecados y que hay un solo Bautismo (ver Ef 4, 5). Sí. El que ha venido realizando la Iglesia Católica desde su inicio; con la fórmula que el propio Jesús le dio cuando la envió a bautizar a todas las gentes “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19).
Para profundizar en este tema, lee el Catecismo de la Iglesia Católica: #976-987.1213-1284
(Continuará... ‘El Credo desglosado en el Año de la fe’)
La próxima semana: ‘Espero la resurrección de los muertos’
¡No te lo pierdas!
Reflexiona y comparte:
¿Qué te da y a qué te compromete ser bautizado?
Pregunta del Catecismo:
¿Cuáles son los efectos del Bautismo?
Respuesta del Catecismo:
“El Bautismo perdona el pecado original, todos los pecados personales y todas las penas debidas al pecado; hace participar de la vida divina trinitaria mediante la gracia santificante, la gracia de la justificación que incorpora a Cristo y a su Iglesia; hace participar del sacerdocio de Cristo y constituye el fundamento de la comunión con los demás cristianos; otorga las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo.
El bautizado pertenece para siempre a Cristo: en efecto, queda marcado con el sello indeleble de Cristo”
(Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica #263)
Lo dijo el Papa:
“El Bautismo es en cierto sentido el carné de identidad del cristiano, su certificado de nacimiento y el certificado de nacimiento en la Iglesia...hagamos una cosa:...buscar el día que nací para la Iglesia, y dar gracias al Señor porque el día del Bautismo nos abrió la puerta de su Iglesia...el día de nuestro Bautismo es el punto de partida de un camino bellísimo, un camino hacia Dios que dura toda la vida...
Este Sacramento constituye una auténtica inmersión espiritual en la muerte de Cristo, de la cual se resucita con Él como nuevas criaturas (cf. Rm 6, 4).
Se trata de un baño de regeneración y de iluminación.
Regeneración porque actúa ese nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual nadie puede entrar en el Reino de los Cielos (cf. Jn 3, 5).
Iluminación porque, a través del Bautismo, la persona humana se colma de la gracia de Cristo, «luz verdadera que ilumina a todo hombre» (Jn 1, 9) y expulsa las tinieblas del pecado.
Por esto, en la ceremonia del Bautismo se les da a los padres una vela encendida, para significar esta iluminación; el Bautismo nos ilumina desde dentro con la luz de Jesús.
En virtud de este don el bautizado está llamado a convertirse él mismo en «luz» —la luz de la fe que ha recibido— para los hermanos, especialmente para aquellos que están en las tinieblas y no vislumbran destellos de resplandor en el horizonte de su vida.”
(Papa Francisco, Audiencia General, 13 noviembre, 2013).
*Publicado el domingo 8 de diciembre de 2013 en ‘Desde la Fe’, Semanario de la Arquidiócesis de México, año XVII, n.876, p.4. También en la pag web de ‘Desde la Fe’ (www.desdelafe.mx) y en la del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (www.siame.com.mx) Conoce los libros de esta autora, sus cursos gratuitos de Biblia, y su ingenioso juego de mesa Cambalacho, aquí en www.ediciones72.com