¿Sabes qué regalar en Navidad?
Alejandra María Sosa Elízaga*
Quién sabe cuándo empezó y a quién se le ocurrió eso de que hay que dar regalos en Navidad. La primera comunidad cristiana no lo acostumbraba. Durante siglos, el gozo navideño se centró en lo que debía centrarse: en celebrar el Nacimiento del Salvador.
Afortunadamente cada vez más familias cristianas están recuperando ese sentido original, y para que sus niños no den más importancia ese día a recibir regalos que a festejar al Niño Dios, se los dan el día de san Nicolás (6 de diciembre), o bien en la Epifanía (mejor conocida como la fiesta de los ‘santos Reyes’, o los ‘Reyes Magos’).
Sin embargo entre los adultos sigue vigente la costumbre de intercambiar regalos navideños con familiares, amigos, compañeros de escuela o de trabajo y otras personas con las que se ha tenido relación durante el año.
Como personas de fe, sería bueno que nuestros regalos expresen nuestros valores. Por ello conviene que procuremos regalar:
No por compromiso
No demos regalos desganadamente, por obligación, por deber. Se nota a leguas cuando un regalo es para salir del paso. Lo que no se da con amor, no se recibe con amor, ¿qué caso tiene? Dice san Pablo: “no deis de mala gana ni forzado” (2Cor 9, 7)
No para apantallar
No demos regalos con la sola intención de apantallar a quien los reciba, esperando que quede obligado a corresponder, a devolver el favor. No pretendamos comprar a la gente con regalos llamativos y/o costosos. No seamos como aquellos a los que criticó Jesús porque sólo buscan lucirse (ver Mt 23, 5).
No para ofender
No regalemos algo que hará que quien lo reciba se ofenda o se sienta mal, porque es algo que sabe que sabemos que no le gusta, está en mal estado, etc.
Si alguien nos cae mal, es una hipocresía parecer que somos muy buenos porque le damos un regalo, cuando en realidad se lo damos para fastidiarlo.
No que pueda dañar
No regalemos algo que pueda perjudicar a quien lo recibe. Por ejemplo, en los condominios la gente sale del paso regalando bebidas alcohólicas a los vigilantes, y luego ¡los despiden por embriagarse! Que lo que regalemos no cause problemas, no provoque adicción, no anime a nadie a realizar algo peligroso...
Sí por caridad
Demos regalos a quienes no se los esperan y no pueden corresponder, especialmente a personas de escasos recursos económicos. Parafraseando Mt 25, 40, podemos imaginar que Jesús nos dice: ‘lo que regalasteis a uno de estos hermanos míos más insignificantes, a Mí me lo regalasteis”.
Sí para expresar amor
Jesús dijo: “Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?” (Lc 6, 32). Demos regalos que expresen que somos capaces de amar a quien no nos ama, de perdonar a quien nos ha ofendido, de expresar nuestro deseo de reconciliarnos con quien ofendimos, con esa persona con quien tuvimos alguna dificultad, tal vez con un pariente a quien no le hablamos, o una amistad de la que nos distanciamos, un vecino pesado, un compañero de trabajo que nos hace la vida difícil...
Sí para darnos
No nos conformemos con dar de lo que tenemos o, peor, de lo que nos sobra, sino de lo que somos. Por ejemplo, si somos buenos para cocinar o para hacer manualidades, regalemos algo hecho por nosotros. También podemos regalar algo muy valioso para nosotros: tiempo; dedicarle una mañana o una tarde a alguien que no sale o nunca recibe visitas, será para esa persona más apreciado que recibir un regalo comprado.
Sí para compartir nuestra fe
Que no nos dé pena regalar un libro, un dvd, un cd, algún objeto de tema religioso, y no sólo a personas creyentes, sino incluso a quienes no comparten nuestra fe. Puede suceder que Dios se valga de nosotros para atraerles hacia Él...
El tiempo vuela, la vida pasa, no sabemos si ésta será nuestra última Navidad o la última de nuestros seres queridos. ¿Qué podemos regalar que haga una diferencia, que siembre algo bueno, que deje un buen recuerdo?