y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Año de misión

Alejandra María Sosa Elízaga**

Año de misión

Nunca supo lo que se siente dejar la patria para irse lejos a misionar.

No tuvo que despedirse de sus seres queridos para ir a un país de costumbres extrañas.

No aprendió otro idioma para poder comunicar la Buena Nueva a gentes que no le entendían ni jota.

Jamás sudó la gota gorda caminando a pleno sol, en un calor agobiante, ni tiritó con los pies en la nieve para llegar a un apartado rincón a evangelizar.

Y desde luego en su roperito nunca se halló el típico casco blanco, bermudas y botas color caqui que vestían unos misioneros de su tiempo, fotografiados enseñando el catecismo a un puñado de niños en una selva africana.

En suma, como diría hoy un ejecutivo: no tenía el requerido ‘perfil’, al parecer su ‘currículum’ no daba el ancho, y sin embargo, santa Teresita del Niño Jesús, religiosa carmelita que nunca salió de su convento, fue nombrada santa patrona de misiones y misioneros.

¿Por qué?, ¿acaso porque sus papás siempre dieron una generosa aportación a la Obra de la Propagación de la Fe?, ¿o porque de chiquita daba su ‘domingo’ para esa causa?, ¿o porque le encantaba leer vidas de misioneros?, ¿o porque escribió cartas a dos de ellos?, ¿o porque hubiera querido ser misionera?

No. La razón la da quien la nombró, el Papa Pío XI, en su encíclica Rerum Ecclesiae: “Aun viviendo en claustro, tomó tan de veras a su cargo el ser colaboradora de los misioneros que... ofreció por ellos a Jesús sus oraciones, penitencias voluntarias y de regla, y, sobre todo, los agudos dolores que le originaba su penosa enfermedad”.

En este domingo, en que la Iglesia celebra el DOMUND, Domingo Mundial de las Misiones, para invitarnos a orar por los misioneros y a dar donativos para apoyar sus labores, respondamos a su invitación, pero hagamos algo más: imitemos a la santa patrona de los misioneros, y esforcémonos en ayudar a que al menos una persona se abra a la fe, ¿cómo?, orando y ofreciendo al Señor por ella las contrariedades que enfrentemos diariamente.

Decía santa Teresita: ‘Cuántas veces he pensado que todas las gracias que he recibido se las debo a la oración de un alma que pudo pedir por mí a Dios.’

Qué maravilla si en este Año de la Fe puedes ser esa alma que, con sacrificio y oración, pida y obtenga de Dios para alguien el mayor beneficio: la gracia de su conversión.

*Publicado el domingo 21 de octubre de 2012 en 'Desde la Fe', Semanario de la Arquidiócesis de México, año XVI, n.817, p.6, y en la pag web de Desde la Fe (www.deselafe.mx) y del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (www.siame.com.mx). Conoce sus libros y cursos de Biblia gratuitos, y su juego de mesa 'Cambalacho', aquí en www.ediciones72.com