Paganos reciclados
Alejandra María Sosa Elízaga*
Hay consejos que no tienen fecha de caducidad, que siguen vigentes aunque pasen siglos desde que fueron dados.
El que leemos en la Segunda Lectura que se proclama en Misa este domingo (ver Ef 4, 17.20-24) es uno de ésos.
Dice san Pablo: “no deben ustedes vivir como los paganos, que proceden conforme a lo vano de sus criterios.”
Alguien podría decir: ‘¡Uuuy, les está advirtiendo contra los paganos, aquí no hay de ésos, ése es un texto del año de la canica, no es para mí!’, pero se equivocaría rotundamente.
Es cierto que en tiempos de san Pablo había muchos “paganos”. Eran llamados así quienes no pertenecían al pueblo judío. Y cuando se estableció la primera comunidad cristiana, también se llamaba “paganos” a quienes no creían en Cristo.
Pero los “paganos” no son especies extinguidas. Y en nuestros tiempos también abundan.
Son, por ejemplo, aquellos que se definen a sí mismos como ateos o agnósticos, que se rigen por sus propias normas y criterios; son también aquellos que siguen propuestas de movimientos como la ‘nueva era’ (‘new age’), que mezclan conceptos cristianos con filosofías orientales para confundir a la gente.
Son los que tocan madera, ‘cruzan los dedos’ para la ‘buena suerte’; usan amuletos, difunden ‘cadenas’, ‘por si acaso’; consultan el horóscopo, el tarot, van a que les lean la mano, el café, en fin, los que se sienten muy ‘superados’ para ser religiosos pero creen toda clase de supersticiones, y se tragan sin masticar esos mensajitos que circulan con alarmante abundancia en redes sociales que afirman que uno es su propio dios, su propio dueño, que uno tiene luz propia, que uno debe seguir sus propios instintos, que puede por sí mismo alcanzar todas sus metas, que basta proponérselo para lograrlo...
¿Por qué nos advierte san Pablo que no debemos vivir como ellos? Aparentemente parecería muy positivo animar a la gente a confiar en sí misma, ¿por que no lo es?
Porque no nos creamos solos ni nos mandamos solos.
Fuimos creados por Dios y para Dios.
Sólo Él sabe lo que nos conviene, lo que es mejor para nosotros.
Dice san Pablo: "Esto no es lo que ustedes han aprendido de Cristo; han oído hablar de Él y en Él han sido adoctrinados, conforme a la verdad de Jesús.”
Recordemos que Jesús dijo de Sí mismo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6). El que se aparta de Él, se pierde; el que sigue otros criterios, se engaña; el que lo abandona, se sumerge en lo que san Juan Pablo II llamaba la ‘cultura de la muerte’.