Una sola vez
Alejandra María Sosa Elízaga*
Cuando algo se repite, cuando tenemos segundas o terceras o más oportunidades de volver a hacer algo, tal vez podemos darnos el lujo de no disfrutarlo o de no hacerlo del todo bien la primera vez, al fin que habrá otras.
Pero cuando algo sucede una sola vez en la vida, más vale que lo aprovechemos al máximo, porque no habrá otra oportunidad.
En la Segunda Lectura que se proclama este domingo en Misa (ver Heb 9, 24-28), se nos habla de algo así, de dos eventos, uno que ya sucedió y otro que sucederá, ambos por única ocasión en la historia.
1. El primer evento que sólo sucedió una vez, es el sacrificio de Cristo, Su muerte en la Cruz.
Dice el texto bíblico que “Cristo no tuvo que ofrecerse una y otra vez a Sí mismo en sacrificio, porque en tal caso habría tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo.” (Heb 9, 25-26).
Es decir, que Cristo se ofreció una sola vez al Padre, por nuestros pecados, y eso bastó, con Su muerte en la cruz nos redimió.
Ojalá lo hubiera tenido presente la persona que escribió ‘Jesús amigo’, un canto religioso que se ha puesto de moda cantar en Misa, porque tiene bella música y letra, pero contiene dos gravísimos errores, en una parte dice, refiriéndose a Jesús: ‘en cada Misa repites Tu sacrificio’, y en otra parte dice: ‘me vuelves a salvar’.
Jesús no repite Su sacrificio en cada Misa, decir eso es un disparate, implicaría que Cristo muriera y muriera una y otra vez, ¡en cada una de millones de Misa en todo el planeta y a todas horas! ¡No! Lo que sucede en la Misa es que ese único sacrifico de Cristo se actualiza, es decir, se hace presente, por encima del tiempo y del espacio, para permitirnos participar de Él.
Y Cristo no nos ‘vuelve a salvar’.
En esta vida nadie puede decir que ya se salvó.
Los hermanos separados dicen que si uno acepta a Jesús en su corazón ya ‘es salvo’, pero ese concepto no es bíblico.
En la Biblia queda claro que mientras vivamos en este mundo, no estamos salvados, que nuestra salvación se determinará al momento de nuestra muerte.
Al final de la vida, todo ser humano enfrentará un juicio, y de ahí irá o a la salvación o a la condenación.
Los que estén salvados, no podrán ser condenados, y viceversa, los condenados no podrán ser salvados, así que es absurdo decir que Cristo ‘nos vuelve a salvar’.
Es un evento único y por eso ¡hay que prepararnos bien, para aprovecharlo!
2. El segundo evento, sucederá una sola vez: nuestra muerte.
Dice el texto bíblico, que: “está determinado que los hombres mueran una sola vez y que después de la muerte venga el juicio” (Heb 9, 27).
Esto significa que no existe la reencarnación.
Los católicos no podemos creer en ella. La Iglesia Católica enseña que eso de creer que debemos reencarnar una y otra vez para perfeccionarnos a nosotros mismos hasta alcanzar la salvación, es por completo incompatible con la fe cristiana que nos dice que con la Muerte y Resurrección de Cristo ya obtuvimos la Redención.
No nos redimimos solos, tenemos ya un Redentor.
La salvación es un don que Él nos da (ver Ef 2, 8), lo que nos toca a nosotros no es ‘ganarlo’ con nuestro méritos, sino aceptarlo y demostrar con hechos dicha aceptación.
No tenemos que pagar por nuestros pecados en vidas sucesivas, ya que en la cruz Cristo nos libró de nuestros pecados (ver Col 1, 13-14; 2, 13-14), de una vez y para siempre (ver Rom 6, 8-11;).
Así pues, una sola es la salvación que nos obtuvo Cristo con Su muerte y Resurrección, una sola nuestra vida y una sola nuestra muerte, tras la cual esperamos en Dios poder gozar de Su presencia por toda la eternidad.