Hombre y mujer
Alejandra María Sosa Elízaga*
“El hombre abandonará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne” (Gen 2, 24).
Es la última línea de la Primera Lectura que se proclama este domingo en Misa.
¡Oportuna, como siempre, llega la Palabra de Dios a iluminarnos!
Es muy significativo que en este domingo en que inicia el Sínodo de Obispos que reflexionará sobre la familia, la Sagrada Escritura nos recuerde lo fundamental.
Que en este asunto lo que cuenta no es lo que opinen los sesudos analistas, lo que se difunda en las pantallas de los medios de comunicación, una ley impuesta por unos cuantos jueces, la presión que ejerzan ciertos grupos, lo que se haya puesto de moda aquí y allá.
Lo que cuenta es lo que dispuso y pide Dios, nuestro Creador.
Muchos critican a la Iglesia, muchos piden que se ‘modernice’, que adecúe su doctrina a la moda de los tiempos.
Ella no puede hacer eso, porque no se manda a sí misma, no se rige por encuestas ni por lo que marcan los índices de popularidad.
Se rige por lo que pide Dios, el Único que sabe qué nos hace bien y qué no, el Único al que hay que seguir y respetar, el Único que tiene autoridad para indicarnos el camino correcto, el Único que sabe cómo encaminarnos hacia la santidad.
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