y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Abogado ¿aprovechado?

Alejandra María Sosa Elízaga**

Abogado ¿aprovechado?

"No voy a decir nada hasta que no venga mi abogado".

 Esta frase suele ser pronunciada por alguien que se encuentra en algún lío y tiene que enfrentar cuestiones legales o jurídicas que desconoce, por lo cual necesita asesoría experta para no cometer un error que pueda acarrearle consecuencias peores.

 Toda persona que se ha visto en una situación semejante espera con ansia poder contar con un abogado que sea honesto, capaz, dedicado y que no cobre mucho, y si lo encuentra lo contrata de inmediato y pone en él su fe y esperanza de que resuelva todo para bien.

 Cabría pensar que a ninguna persona necesitada de ayuda se le ocurriría desperdiciar los servicios de un excelente defensor y, sin embargo, hay muchísima gente que desaprovecha miserablemente la colaboración del mejor de todos los abogados, de uno que se las sabe de todas, todas; que conoce bien el camino a seguir; cuyos consejos son realmente acertadísimos; que nunca se equivoca ni engaña; que está dispuesto a dedicar al caso 24 horas, 365 días del año, y que por todo esto ¡no cobra ni un solo centavo!

 Te preguntarás: ¿Quién es ese abogado tan maravilloso? y ¿quiénes esos tontos que no lo saben aprovechar?

 Te responderé: Ese abogado es el Espíritu Santo, y esos tontos somos ¡nosotros! (no te ofendas, ¡también me incluyo!).

 Recordemos esto: cuando Jesús resucita se aparece físicamente a Sus discípulos durante cuarenta días.

 Ven Su cuerpo glorificado, lo tocan, comprueban plenamente que está Vivo.

 Jesús sabe que después de la Ascensión, cuando vuelva al lado del Padre celestial, Sus discípulos ya no podrán verlo como antes, sabe que tendrán que aprender a descubrir Su presencia espiritual con la mirada de la fe y que probablemente experimentarán cierto sentimiento de soledad e inseguridad.

 Fiel a Su costumbre de confortar por adelantado a los suyos, Jesús les anuncia que no los dejará huérfanos, y les hace ver que les conviene que se vaya pues les enviará al Espíritu Santo, al cual llama 'Paráclito', una palabra que, entre otros significados, quiere decir: 'abogado'.

 ¿Por qué lo llama así?

 Porque existen muchísimos puntos de comparación entre lo que hace un buen abogado, y lo que hace el Espíritu Santo. Sobra aclarar que la acción del Espíritu Santo es infinitamente superior, pues se trata de ¡la acción de Dios mismo!

 Sí. El Espíritu Santo es Dios.

 No es una paloma, ni un 'espíritu' entendido como sinónimo de fantasma; tampoco es una 'energía' o una 'buena vibra'.

 Es una Persona que forma parte de la Trinidad, junto con Dios Padre y Dios Hijo.

 Así pues, Su acción como Abogado se puede comparar con la de un abogado humano, pero en realidad es incomparablemente superior.

 Veamos algunos ejemplos: 

 Si contratas a un abogado tienes que darle la información adecuada pues éste ignora todo lo referente al caso, en cambio el Espíritu Santo te conoce desde antes de que nacieras, ya lo sabe todo de ti.

 Por más buena voluntad que tenga, tu abogado tiene límites de horario, de capacidad de atenderte, de interés en lo que le platicas, en cambio el Espíritu Santo vela por ti sin descanso y nada tuyo le es ajeno o indiferente.

 Tu abogado puede desconocer algunos vericuetos de la ley, puede carecer de la preparación adecuada para poder defenderte, en cambio el Espíritu Santo lo sabe todo, lo ve todo, lo puede todo.

 Tu abogado quizá no sepa qué decir, cómo aconsejarte, cómo reaccionar ante alguna argucia inesperada que presente la otra parte, en cambio el Espíritu Santo siempre tiene la palabra precisa, la guía que necesitas, la luz para que puedas caminar sin tropezarte.

 Tu abogado podría dejar que tus adversarios lo corrompan, sobornen o 'compren', en cambio el Espíritu Santo está decididamente de tu lado y nada nunca lo hará ponerse contra ti.

 Tu abogado vive de eso así que cobra honorarios, en cambio el Espíritu Santo te lo da todo a manos llenas y ¡gratuitamente!

 ¿Te das cuenta? Tienes a tu disposición el mejor Abogado posible así que ¡más vale que lo aproveches!

 Y no digas: 'pero yo no necesito un abogado' porque no estamos hablando aquí de un abogado humano, sino de uno Divino: de Aquel que te defiende de los embates del mal; que te rescata cuando te tienen detenido las tinieblas; que te libra de caer en la prisión del pecado; que te advierte a tiempo de las engañosas letritas pequeñas y las cláusulas que no lees cada vez que estás a punto de hacer un trato, tomar una decisión o comprometerte a algo que no te conviene; que te aconseja lo que tienes que decir; que se asegura, en fin, de que puedas ir por la vida libremente, en el verdadero sentido de la palabra.

 ¿Ves cómo sí necesitas a este Abogado? y lo mejor de todo es que ¡lo tienes!

 Vino a ti en tu Bautismo, en tu Confirmación. Eres el templo en el que habita.

 ¿Verdad que somos tontos cuando nos olvidamos de Él, cuando desaprovechamos la ayuda que está ansioso por darnos?

 ¡Encomendémonos continuamente al Espíritu Santo!

 Antes de tomar una decisión: 'Espíritu Santo, ilumíname!

 Antes de enfrentar una situación difícil: 'Espíritu Santo, fortaléceme'.

 Antes de leer la Palabra, antes de orar, estudiar, escribir, trabajar, dar un consejo, en suma: a lo largo de tu jornada no cometas el error de atenerte a tus solas fuerzas, pide Su luz, Su auxilio, Su guía.

 No te defraudará.

 Puedes acostumbrarte a depender de Él, a vivir afirmando convencido y confiado: 'yo no hago nada sin recurrir a mi Abogado'.

 

*Del libro electrónico de Alejandra Ma Sosa E ‘El regalo de la Palabra’, Col. Vida desde la fe, vol. 3, Ediciones 72. p. 12, disponible gratuitamente aquí.

*Publicado el 8 de junio de 2014 en 'Desde la Fe', Semanario de la Arquidiócesis de México (www.desdelafe.mx) y en la pag. del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (www.siame.com.mx). Conoce los libros y cursos de Biblia gratuitos de esta autora y su ingenioso juego de mesa 'Cambalacho' aquí en www.ediciones72.com