y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Señal

Alejandra María Sosa Elízaga**

Señal

Nunca entendí por qué recibió una contestación tan fea si parecía que estaba haciendo algo bueno.

 En la Primera Lectura que se proclama en Misa este Cuarto Domingo de Adviento (ver Is 7, 10-14) dice que Dios le propone a un tal Ajaz que le pida una señal, éste contesta aparentemente muy respetuoso: “No la pediré. No tentaré al Señor”, pero Dios le reprocha esta respuesta.

Y me preguntaba, ¿qué pasó aquí?

 Los Evangelios narran con frecuencia que Jesús se queja de que muchos de Sus contemporáneos se le acercan pidiéndole señales milagrosas para poder creer en Él (ver Mt 12,39;16,4), así que parecía ejemplar este hombre que no quería pedir señales, y resultaba desconcertante que ello no hubiera agradado a Dios.

 Mi duda se despejó gracias a que el padre de la capilla a la que asisto tiene un verdadero don para contar sabrosamente las historias de la Biblia que se leen en Misa, y nos explicó que el tal Ajaz era un rey que estaba asustado porque poderosas naciones se habían aliado para atacarlo.

 Dios le mandó decir que confiara en Él, pero Ajaz prefirió confiar en sus propios recursos.

 Fue ahí cuando Dios lo invitó a pedirle una señal y Ajaz no quiso.

 Se descubre así que su negativa no fue, como hubiera sido ideal, porque no necesitara señales para cumplir la voluntad de Dios, sino ¡todo lo contrario!

 No quiso pedir señal porque no quiso arriesgarse a recibirla y que no le quedara más remedio que renunciar a defenderse con sus propios medios, en los que confiaba más que en Dios.

 Así nos sucede muchas veces a nosotros.

 Hacemos planes, tomamos decisiones, y lo último que queremos es preguntarle a Dios, pedirle que nos haga saber si está de acuerdo o no, porque ¿qué tal si no está de acuerdo?, ¡no querríamos dar marcha atrás!, ¡confiamos más en nuestros proyectos que en los Suyos!

 La desconfianza de Ajaz lo condujo al desastre.

 Claro, siempre conduce al desastre dejar de consultar y de pedir y recibir la ayuda de Aquel que nos creó, nos ama, nos conoce y sabe mejor que nosotros lo que nos conviene.

 Cabe aclarar que no se trata de buscar pruebas sobrenaturales, sino de estar atentos para detectar los signos que nos ayudan a descubrir lo que Dios quiere que hagamos, cuál es Su voluntad con relación a nosotros.

 Y pueden ser tan sencillos como una charla con alguien, algo que leímos en la Biblia, algún acontecimiento ordinario pero significativo...

 Regresando a la historia bíblica, lo más bello es que a pesar de todo, aunque el tal Ajaz no quiere pedir la señal, Dios se la ofrece de todos modos.

 Por medio del profeta Isaías le anuncia: “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros” (Is 7, 14).

 Comentando esta cita bíblica, el Papa Benedicto XVI decía que es una de esas profecías del Antiguo Testamento que no se cumplieron en su tiempo, que quedaron a la espera, durante siglos, aguardando su momento, y que éste finalmente llegó, cuando María, la Virgen, concibió, por obra del Espíritu Santo, a Jesús, Dios con nosotros.

 De esa concepción virginal nos habla el Evangelio (ver Mt 1, 18-24), y si lo relacionamos con lo que narra la Primera Lectura, cabría reflexionar que no sólo nos puede suceder como a Ajaz, que nos dé miedo pedir a Dios alguna señal que nos revele cuál es Su voluntad, sino también nos puede pasar como a José, que cuando Dios toma la iniciativa y nos envía una señal evidente, nos asusta recibirla.

 Consideremos esto: José, como buen israelita, sin duda conocía bien las Sagradas Escrituras, así que cuando descubrió que María estaba embarazada, no pudo menos que recordar la profecía de Isaías, y captar que Ella había sido elegida por Dios para ser esa virgen que concebiría al Emmanuel.

 Y seguramente no se sintió digno de verse involucrado en ese plan divino.

 Dice el Evangelio que José no quiso poner en evidencia a María.

 Cabría interpretar esto como que no se sintió con derecho a revelar que Ella era la elegida por Dios, y tampoco se sintió con derecho a participar en lo que intuía era un proyecto cuyos alcances le daba vértigo tan sólo considerar, y por eso pensó en dejarla en secreto.

 Pero como siempre sucede cuando nos resignamos a no ver más allá de nuestros chatos horizontes, Dios nos revela que tiene otros planes para nosotros, y suelen ser algo que jamás nos hubiéramos atrevido siquiera a soñar.

 A José le envió a un ángel que le dijo que no tuviera miedo de recibir a María porque había concebido por obra del Espíritu Santo.

 Se malinterpreta este texto cuando se toma como que el ángel tranquilizaba a José haciéndole ver que María no le había sido infiel. ¡Cómo vamos a creer que José hubiera podido pensar mal de María! La llena de gracia, la concebida sin pecado, ¡sin duda irradiaba pureza en su mirada, en toda su actitud! ¡Imposible que él sospechara nada turbio!

 Más bien cabe interpretar que el sentido de lo que el ángel dice a José es: no tengas miedo de recibir a la que ha concebido por obra del Espíritu Santo, no temas acompañar a la elegida, no renuncies a este proyecto de Dios, ¡Él también te escogió a ti para participar en esto!

 Ay, las señales de Dios. Nos da miedo pedirlas y nos da miedo recibirlas.

 Lo bueno es que Él nos las da de todas maneras, y junto con ellas, la gracia sobrenatural para poder vivir lo que nos anuncia y lo que nos pide.

 Termina el Adviento, tiempo de dejar atrás la oscuridad y caminar con velas encendidas, atentos a las señales que Dios ha ido dejando en el camino.

 Llega ya la Navidad a envolvernos, como a los pastores, con su resplandor, a guiarnos, como a los magos, con una estrella, a alumbrarnos con esa Luz de la que dice san Juan que a todos ilumina.

 Viene la Navidad a darnos una señal que nunca hubiéramos osado pedir y que no debe darnos temor recibir.

 La Virgen da a luz al Emmanuel.

 Entre nosotros nace, vive, está el Señor.

 Ha venido a darnos la señal definitiva de Su amor.

*Publicado el 22 de diciembre de 2013 en 'Desde la Fe', Semanario de la Arquidiócesis de México (www.desdelafe.mx) y en la pag. del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (www.siame.com.mx). Conoce los libros y cursos de Biblia gratuitos de esta autora y su ingenioso juego de mesa 'Cambalacho' aquí en www.ediciones72.com