El perfil de Moisés
Alejandra María Sosa Elízaga**
Qué oportuna ‘coincidencia’, que en este fin de semana en el que mucho se está especulando acerca de cuál debe ser el perfil del nuevo Papa, en la Primera Lectura de la Misa dominical (ver Ex 3, 1-8; 13-15) se nos ofrezca el relato del momento en el que Dios llamó a Moisés (quien llegaría a ser el gran pastor del pueblo de Israel, que lo conduciría de Egipto a la Tierra Prometida y le daría la Ley de Dios).
Y es que al meditar esta escena, se descubren cinco actitudes de Moisés que ha de tener nuestro próximo Sumo Pontífice.
1. Dice el texto que Moisés, que en ese tiempo era pastor, “llevó el rebaño más allá del desierto, hasta el Horeb, el monte de Dios” (Ex 3, 1).
También el Papa ha de saber pastorear a su rebaño más allá del desierto, ese desierto en el que muchos viven muriendo de sed espiritual, intentando saciarla en los pozos secos de la autosuficiencia; en placeres efímeros que son cisternas agrietadas que no retienen el agua, en valores mundanos que son espejismos, promesas falsas, vana ilusión, y conducirlo más allá, hacia Dios, el único y verdadero manantial.
2. Dice el texto que “el Señor se le apareció en una llama que salía de un zarzal. Moisés observó con gran asombro que la zarza ardía sin consumirse y se dijo: ‘Voy a ver de cerca esa cosa tan extraña, por qué la zarza no se quema’...” (Ex 3, 3).
También el Papa ha de mantenerse alerta y ser sensible a las señales que Dios le vaya poniendo en el camino.
3. Cuando Dios vio que Moisés se desvió para mirar, “lo llamó desde la zarza: ‘¡Moisés, Moisés!’. Él respondió: ‘Aquí estoy’...” (Ex 3, 4a).
Al aceptar su cargo, el nuevo Papa, como Moisés, también ha de decirle a Dios: ‘Aquí estoy’, dejarse llamar, dejarse encontrar, poner a Su disposición los dones y cualidades que Él le dio anticipando la misión que le encomendaría.
4. Dios le dijo a Moisés: “Quítate las sandalias, porque el lugar que pisas es tierra sagrada” (Ex 3, 4b).
Descalzarse en un clima de desierto, en el que la arena quema, exige despojarse de toda seguridad, abandonarse enteramente en manos de Dios, algo que sólo es capaz de hacer quien lo percibe presente, cercano, quien es consciente de que pisa tierra sagrada, es decir, se sabe ante la presencia inefable, amorosa, poderosa, de Dios.
También el Papa ha de poner toda su seguridad en Dios, y ser hombre de oración, que pise tierra sagrada, es decir, que mantenga constantemente la conciencia de la presencia divina; que halle su fuerza en la Eucaristía, y viva en permanente diálogo con Él.
5. El texto que se proclama en Misa omite la parte en la que Dios pide a Moisés que vaya de parte Suya, y Moisés se resiste porque siente que no es digno, y pone varias objeciones, pero luego de que Dios las responde todas y le da Su cayado y la promesa de que contará con Su asistencia, acepta.
También el Papa habrá de aceptar su cargo no porque sienta que él es el mejor de todos, sino porque sabiéndose indigno, confíará plenamente en que si Dios lo eligió es porque, como a Moisés, le dará Su cayado y le concederá cuanto necesite para responder a ese llamado.
En estos días previos al Cónclave, oremos intensamente para pedir que los Cardenales iluminados por el Espíritu Santo, elijan un Papa que nos guíe, como Moisés guió a Su pueblo, y nos enseñe con su palabra y su ejemplo, a buscar a Dios más allá del desierto, a ser sensibles a Su presencia en nuestra vida; a confiar enteramente en Él; a ponernos a Su disposición, y a dejar que nos llame aunque seamos indignos, y nos envíe a anunciar a todos Su mensaje de misericordia y salvación.