¿Qué les puedes pedir a santa Ana y a san Joaquín?
Alejandra María Sosa Elízaga*
La Biblia no menciona sus nombres, pero según una antigua tradición, los papás de la Virgen María se llamaban Ana y Joaquín. No sabemos mucho de ellos, a pesar de que son abuelos de nuestro Señor, pero lo que sabemos y suponemos nos basta para animarnos a acudir a su intercesión. ¿Qué les podemos pedir? He aquí 4 propuestas:
1. Por los hijos
El hecho de que tuvieran a María, nacida sin pecado original y que nunca concibió pecado, no significa que se limitaron a amarla, alimentarla y cuidarla sin intervenir en nada al fin que Ella ya era perfecta. No. Dios la puso en sus manos para que la criaran, la educaran, le fueran enseñando a desarrollar todas sus maravillosas cualidades. Quien tiene hijos puede encomendárselos a santa Ana y san Joaquín, especialmente a las niñas, para que velen por ellas, las ayuden a saber mantenerse castas y a no dejarse influir por un mundo que las empuja e ceder a la tentación de ser usadas como objetos para satisfacer los deseos de quienes no las aman ni valoran.
2. Por los yernos.
Tuvieron el mejor yerno del mundo, el santo de los santos, el más virtuoso, que supo amar, cuidar, proteger y respetar a su hija toda su vida. Así como quienes anhelan una buena esposa para su hijo se encomiendan a los papás de san José (que tuvieron a la mejor nuera), quienes quieren que su hija encuentre un hombre que la ame, comprenda, sea siempre fiel, y con el que pueda formar un matrimonio en cuyo centro esté Dios, encomiéndenla a santa Ana y san Joaquín.
3. Por los nietos.
La Iglesia celebra a santa Ana y san Joaquín cada 26 de julio y suele festejar en esa fecha ‘el día de los abuelos’. Podemos imaginar que vivían todavía durante la infancia de Jesús y lo amaron mucho y contribuyeron a Su educación, dándole sabios consejos, frutos de años de experiencia, y fueron unos abuelitos muy amorosos y también, ¿por qué no?, consentidores. Quienes tienen nietos, pidan a santa Ana y a san Joaquín que velen por ellos.
3. Por los abuelos que no han visto a sus nietos.
En estos tiempos de pandemia hay, desgraciadamente, muchos abuelos que sufren porque están aislados, sea en su hogar o en asilos o en un hospital, y llevan meses y meses sin ver ni abrazar a sus queridos nietos. Santa Ana y san Joaquín los comprenden muy bien. ¿Por qué? La respuesta la tenemos en la Biblia: en los llamados “relatos de la infancia” del Evangelio según san Lucas (ver Lc 2, 1-40) y del Evangelio según san Mateo (ver Mt 2, 1-23), que narran lo relacionado con el Nacimiento de Jesús. Por ellos, nos enteramos de que en aquel tiempo hubo un censo, toda la gente tuvo que ir a empadronarse a la ciudad donde nació, y como san José era de Belén, él y María viajaron allá, y estando en Belén Ella dio a luz a Jesús. Nos enteramos también de que en lugar de regresarse de inmediato a Nazaret, tuvieron que salir huyendo a Egipto, a medianoche (y podemos suponer que sin poder despedirse de nadie ni avisar a dónde iban, no fuera a ser que los siguieran los matones enviados por Herodes), y se quedaron en Egipto quién sabe cuánto tiempo. Podemos imaginar que fue muy difícil para santa Ana, que sin duda tenía todo preparado para ayudar a su hija en el alumbramiento, verla partir en las más precarias condiciones, con un embarazo ya muy avanzado y sin poder acompañarla y ayudarla. Y luego, para santa Ana y san Joaquín debe haber sido durísimo que pasaran las semanas, los meses y María, José y el Niño no volvieran, y ellos siguieran sin poder conocer a su nieto, ni abrazar a su hija, ni ver a su querido yerno. Por eso quien tiene abuelitos que sufren porque en esta pandemia han quedado aislados, y en especial si no tienen celular ni internet por medio de los cuales ver a sus seres queridos, y se sienten solos y deprimidos, puede encomendárselos a santa Ana y san Joaquín, para que pidan a Dios que les dé lo que les dio a ellos: una gran fortaleza y serenidad para cumplir Su voluntad, y la gozosa esperanza de volverse a encontrar, sea aquí o en la eternidad.