Misión en riesgo
Alejandra María Sosa Elízaga**
Estremece ver la foto de unos católicos orando arrodillados en las ruinas de su parroquia quemada.
Apenas el día anterior habían ido allí a Misa como siempre, disfrutaron del ambiente sagrado de recogimiento y paz.
Hoy desapareció el techo, casi todas las paredes, los vitrales y las imágenes están hechas añicos, dispersados por el suelo.
Pero permanece intacto el altar y un sacerdote celebra Misa. Alrededor de la mesa del Señor hallan consuelo en Su presencia.
Duele ver otra foto en la que padres de familia con sus niños heridos o muertos en los brazos, huyen de lo que fue una iglesia en la que unos extremistas suicidas detonaron bombas que mataron e hirieron a casi toda la congregación.
Horroriza saber que son incontables los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos que están encarcelados o desaparecidos, que sufren persecuciones, torturas, atropellos, atrocidades, a causa de su fe.
La fundación de la Santa Sede ‘Ayuda a la Iglesia Necesitada’ presenta en su página web (www.ain-es.org) escalofriantes estadísticas que muestran que los ataques contra los cristianos, católicos en particular, están multiplicándose, en cantidad y gravedad, en todo el mundo.
En demasiados países está prohibido edificar iglesias, asistir a Misa, reunirse a orar, traer al cuello una cruz o medalla, tener en casa la Biblia, el Catecismo o cualquier lectura espiritual, una imagen religiosa, un Rosario.
Y en otros, en los que la violencia no es tan evidente y extrema, se da otro tipo de persecución contra los creyentes: se les trata de obligar a ir en contra de sus principios (por ejemplo en EUA quieren imponer que se practique el aborto en hospitales católicos, a lo cual se han negado rotundamente los obispos norteamericanos), se les bombardea con propaganda anticatólica en los medios de comunicación, se les ridiculiza, se les tilda de ‘retrógrados’, se les hace la vida difícil.
Estando así las cosas, la Iglesia celebra, como todos los años en el segundo domingo de octubre, el DOMUND, Domingo Mundial de las Misiones, para recordarnos que hay miles de mujeres y hombres que han tenido la vocación y valentía de ser misioneros, y lanzarse a anunciar la Buena Nueva a un mundo que la necesita y a la vez la rechaza violentamente.
Ser misionero hoy puede implicar desde ser sancionado y perder el empleo, hasta ser atacado, encarcelado, torturado, desaparecido, asesinado.
Cuando es un riesgo la misión, la misión está en riesgo; puede disminuir o desaparecer por falta de voluntarios y recursos.
Quienes se atreven a ser misioneros hoy en día, necesitan urgentemente nuestra asistencia.
¿Qué podemos hacer por ellos?
En primer lugar, oración.
Acuérdate siempre de orar por los misioneros, incluye esta petición en tu oración en Misa, en el Santo Rosario, en tu oración en familia, en tu grupo parroquial.
Encomiéndalos a la Divina Providencia, al amoroso amparo de santa María de Guadalupe, y a la intercesión de san Francisco Javier SJ y santa Teresita del Niño Jesús, santos patronos de los misioneros.
En segundo lugar, apóyalos con una aportación económica.
En este domingo, todo el dinero que se reciba en la colecta durante la Misa será destinado a las misiones. Sé generoso.
Y también puedes apoyar la labor misionera dando algún donativo mensual o anual a órdenes como los Misioneros de Guadalupe (www.mg.org.mx), los Combonianos (www.misioneroscombonianos.org), las Obras Misionales Pontificio Episcopales de México (www.ompemexico.org.mx), etc.
Y en tercer lugar, responde a la invitación de Dios, que te llama a ser misionero en tu familia, escuela, trabajo, comunidad.
Y tal vez incluso a ir atreverte a ir de Su parte a alguna tierra de misión.
Pídele al Señor luz y fortaleza para decirle sí, y nunca tener temor de difundir tu fe, de compartir Su amor.