¿De qué te alegras?
Alejandra María Sosa Elízaga*
Doña Teófila: ¡Qué tal compadrito!, ¡gusto en verlo!
Don Dudoso: ¡Hola! Qué bueno que la veo, tengo una duda, mejor dicho dos. ¿Cómo se llama ese como poncho grande o jorongo que usan los sacerdotes en Misa?
Doña Teófila: Casulla.
Don Dudoso: Bueno, pues en la Misa de este domingo, el padre usó una casulla color rosa, ¿qué no el color en Adviento es morado?
Doña Teófila: Sí, pero éste es el Tercer Domingo de Adviento, el Domingo Gaudete, que significa ‘alegraos’, y por eso también se le llama ‘Domingo de la Alegría’, y se permite usar vestiduras color rosa, descansar tantito del morado y expresar así el gozo de sentir ya más cerca la Navidad. Es que a la Iglesia le interesa mucho que reflexionemos en la razón de nuestra alegría. La Antífona de Entrada de esta Misa dominical dice: “Estén siempre alegres en el Señor, les repito, estén alegres. El Señor está cerca.”
Don Dudoso: No hace falta decirlo, de por sí nos alegramos por la Navidad.
Doña Teófila. No se crea. Hoy en día, muchas cosas nos distraen. Por ejemplo, dígame, de la Navidad ¿qué es lo que más le gusta a Ud. y qué es lo que cree que más le gusta a sus nietos?
Don Dudoso: Ah, pues a mí, que nos juntamos todos en familia a disfrutar la rica cena que prepara mi mujer, y a ellos probablemente recibir regalos.
Doña Teófila: Entonces, si a Ud le dijeran que no va a venir nadie de su familia ni va a haber cena, ¿de todos modos festejaría?
Don Dudoso: No pues ya para qué festejar yo solito, me daría tristeza. Y hambre, je je.
Doña Teófila: Y si a sus nietos les dijeran que esta vez no habrá regalos, ¿qué dirían?
Don Dudoso: No, pues ¡imagínese!, ¡se arma la gorda porque esperan recibir lo que pidieron!
Doña Teófila: ¿Ve Ud cómo la Iglesia tiene razón cuando nos invita hoy a hacer un alto y a recordar que la razón de la alegría es que el Señor está cerca?
Don Dudoso: Es que nos hemos ido acostumbrando a todo lo demás y ahora ya le damos más importancia que a lo que verdaderamente cuenta.
Doña Teófila: Sí. Nos hace falta recuperar el sentido de la Navidad. Le comento, por ejemplo, en mi caso, que ya ve que tengo poquito de haber enviudado.
Don Dudoso: Sí, sentimos muchísimo que se nos fuera el compadrito.
Doña Teófila: Imagínese cuánto lo siento yo, que hacíamos todo juntos. Pero aunque me dio mucha tristeza que no estuviera él para ayudarme a poner el Nacimiento, como hacía todos los años, de todos modos lo puse, porque pensé: esto es por Jesús, es para honrar a Jesús. Él es el centro, es la razón de la alegría en Navidad. Es muy importante tener claro esto: si mi razón para alegrarme es la cena navideña, o que celebraré con alguien, o que me darán regalos, y por alguna causa no hay cena o la persona con quien quisiera celebrar no está, o nadie me regala nada, entonces mi ánimo se va para el suelo y pienso: ‘qué horrible es la Navidad’, como esas personas que tratan de evadirla yéndose de viaje o fingiendo que es un día cualquiera. Pero si mi razón para alegrarme es que Jesús nació en Belén, es decir, que Dios me ama tanto que quiso hacerse hombre para venir a salvarme del pecado y de la muerte, y llevarme un día a vivir eternamente con Él en compañía de esos seres amados a los que hoy tanto extraño, entonces siento una auténtica alegría que me permite celebrar, de todo corazón, la Navidad, sin importar lo que ahorita me pueda faltar.
Don Dudoso: Sí, viéndolo bien, hemos rodeado la Navidad de tanta cosa que ya ni nos acordamos del Festejado, y por eso luego andamos todos achicopalados. Voy a platicarlo con su comadrita, para ver qué podemos cambiar, sobre todo para que nuestras nuevas generaciones no crezcan con la confusión de no saber la razón de festejar la Navidad.
Doña Teófila: ¡¡Lo felicito! De seguro se les ocurrirá algo bueno. ¡Me lo platican luego!