San Joselito, ruega por nosotros
Alejandra María Sosa Elízaga*
‘¡Catorce años!, ¡qué jovencito!, ¿realmente tenía conciencia de lo que hacía?’
Esto suelen preguntarse quienes se enteran de que nuestro nuevo santo mexicano, san José Sánchez del Río, era apenas un adolescente, y tal vez comparándolo con algunos adolescentes que conocen, que sólo piensan en echar relajo, ir al ‘antro’, y no a Misa, no pueden creer que alguien de esa misma edad pudiera ser un católico tan comprometido, capaz de soportar espantosas torturas y dar su vida por Cristo y por la Iglesia.
La respuesta es que a José no le pasó, como desgraciadamente sucede con demasiada frecuencia, que su familia se preocupara porque fuera al catecismo sólo como requisito para hacer su Primera Comunión, celebrar ésta con una gran fiesta, y en adelante olvidar el asunto, no volver a ir a Misa, nunca volverse a confesar ni comulgar.
José se crió en un hogar que realmente tomaba en serio su fe católica, así que desde pequeño aprendió a tener una relación personal, de amor y de confianza con el Señor, a leer la Biblia, a orar, a venerar a María; a rezar el Rosario; a amar la Eucaristía.
Le vienen como anillo al dedo las palabras que san Pablo dirigió al joven Timoteo en la Segunda Lectura que se proclama este domingo en Misa: “Permanece firme en lo que has aprendido y se te ha confiado, pues bien sabes de quiénes lo aprendiste, y desde tu infancia estabas familiarizado con la Sagrada Escritura, la cual puede darte la sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación” (2Tim 3, 14-4,2).
José también estuvo familiarizado desde chiquito con la Biblia, y recibió la sabiduría de decirle sí a Jesús, un sí heroico que lo hizo morir mártir, y alcanzar la santidad.
Pidámosle que interceda por nosotros para que sepamos imitarlo en su fe y su valentía por defenderla; en su esperanza a toda prueba, y en dar testimonio de cristiana caridad.
ORACIÓN A SAN JOSÉ SÁNCHEZ DEL RÍO
San Joselito, niño cristero:
Tú que ofreciste tu vida
por amor a Cristo Rey y a María,
ruega por nosotros,
para que sepamos defender la fe
y dar testimonio cristiano con valentía.
Tú que mantuviste tus principios,
y no te dejaste desorientar o presionar,
ruega por nuestros jóvenes y niños,
para que sepan distinguir la luz y la verdad
en donde reinen confusión y oscuridad.
Tú que sufriste la persecución
de quienes buscaban destruir la religión,
ruega por nuestra patria,
para que Dios la libre de semejante situación,
y los cristianos, unidos como hermanos,
demos ejemplo de esperanza, caridad y perdón.
Amén.