Sólo para televidentes
Alejandra María Sosa Elízaga**
La semana pasada concluyó esta columna (puedes leerla en: bit.ly/N4jDSf) con una pregunta: ¿cómo aprovechar lo bueno de la TV y evitar lo malo?
He aquí nueve propuestas:
- Si preguntas a padres de familia si dejarían a su hijo al cuidado de una maestra que le enseñara a ser agresivo, decir palabrotas, emborracharse, drogarse, correr en el auto, tener todo tipo de relaciones sexuales y herir o matar al que le caiga mal, dirían horrorizados que no, pero eso es lo que hacen dejando a su hijo al “cuidado” de la televisión: lo sientan frente a ella y se desentienden de él durante horas, satisfechos de tenerlo calladito y quieto. No se debe dejar que niños y adolescentes vean lo que sea en TV: pueden habituarse a considerar que lo malo es “normal” o incluso ¡bueno!
- No conviene que niños y adolescentes tengan TV en su cuarto y se encierren a verla; debe estar en un área común, donde un adulto pueda supervisar lo que están viendo.
- Quien al llegar a casa prende la TV por inercia, termina viéndola horas sin hacer otra cosa. Que lo primero sea charlar, convivir en familia; realizar una actividad (jugar algo o practicar un deporte); dedicar tiempo a orar; leer un buen libro; hacer algo creativo, y sólo si después de todo ello queda tiempo, ver TV.
- Quien cambia canales “a ver qué hay”, puede toparse con escenas violentas, nauseabundas, terroríficas, o pornográficas, que se le quedarán grabadas y le harán daño. Sólo hay que ver la TV cuando y donde se sabe que pasan algo positivo.
- La TV propicia que quien la ve no haga ejercicio, coma de más, y pierda tiempo mirando el talento de otros en lugar de desarrollar el propio. Con la TV menos es más.
- Antes de ver algo en TV preguntarse: ¿valdrá la pena verlo?, ¿qué sembrará en mí?
- Al ver algo en TV preguntarse: ¿me daría pena invitar a Jesús y a María a ver esto?, ¿es inmoral?, ¿hace burla de alguien?, ¿propone algo contrario a mis principios? Si se responde sí, apagarlo.
- Después de ver TV: reflexionar y comentar qué valores se exaltaban, con qué fin; si inducía a aprobar a un personaje que hacía mal; si lo que se planteaba es compatible con nuestra fe.
- Aunque la TV está presente en muchos hogares, no hay que considerarla “como de la familia”, sino más bien como una “visita” que padece graves altibajos de carácter, y a la que, como no se sabe cómo reaccionará, hay que tratarla con muuucha cautela...
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