y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

¿Adiós a la tele?

Alejandra María Sosa Elízaga**

¿Adiós a la tele?

Muchas familias han optado por no tener televisión en casa para no exponer a sus niños y adolescentes a programas de contenido no sólo insubstancial, sino sumamente violento e inmoral y, en su lugar, promover en ellos otras formas de entretenimiento que estimulen su inteligencia y creatividad, así como fomentar una sana diversión y convivencia familiar.

Decía una señora: "así como yo cuido lo que a mi familia y a mí nos entra por la boca y por eso no comemos comida chatarra ni alimentos echados a perder que puedan hacernos daño, igual cuido lo que a mi familia y a mí nos entra por los ojos y por eso no vemos televisión, para no recibir programas chatarra ni ver escenas que nos impacten negativamente, entren al subconsciente y nos hagan daño."

Muy sensata manera de pensar, pero se requiere una firme convicción para atreverse a ir a contracorriente y no ceder a la presión de los: "¿que no tienen televisiooón?" con que los amiguitos de sus hijos suelen reaccionar cuando se enteran de que en ese hogar no se recurre a la fácil opción de dar clic a un botón y embobarse (en el amplio sentido de la palabra) viendo lo que sea que aparezca en la pantalla de la llamada "caja idiota".

Suena tal vez muy radical eso de no tener televisión en casa, pero es una opción muy digna de considerarse si se toman en cuenta las escalofriantes estadísticas: un niño que ve dos horas diarias de televisión contempla en un año más de mil asesinatos y actos violentos, y a temprana edad aprende a imitar conductas agresivas que ve hasta en las caricaturas.

Y en lo que se refiere al sexo, mira en un año más de diez mil escenas en las que se presenta a las mujeres como objetos, se plantea como normal tener todo tipo de relaciones sexuales, que el aborto es una salida fácil y que la promiscuidad no tiene consecuencias físicas o espirituales.

Ello influye negativamente en su manera de pensar.

Está comprobado que hoy en día la gran "formadora" de conciencias (o mejor dicho, deformadora) es la televisión.

La gente se deja guiar por lo que allí aparece, como si por el sólo hecho de salir en pantalla fuera verdadero o digno de imitación.

Ahora bien, no se puede negar que la televisión también ofrece excelentes programas culturales, educativos, religiosos, informativos, divertidos.

La pregunta es: ¿justifican éstos el tener tele en casa?

Si se responde que sí, cabe entonces preguntarse: ¿Cómo aprovechar lo bueno de la tele e impedir que lo malo nos dañe? Continuará...

*Publicado el domingo 5 de agosto de 2012 en "Desde la Fe", Semanario de la Arquidiócesis de México, vol XVI, n. 806, p.6.; también en la pag web de "Desde la Fe" (www.desdelafe.mx) y en la del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (www.siame.com.mx).
Lee también en www.ediciones72.com su reflexión "La Palabra del Domingo", y conoce sus libros y cursos gratuitos de Biblia y su juego de mesa "Cambalacho" divertida gimnasia cerebral ideal para disfrutar en vacaciones.
www.ediciones72.com