Vacaciones con Dios
Alejandra María Sosa Elízaga**
Cuando alguien pasa sus vacaciones con un amigo, puede resultar que cuando éstas terminan regrese echando rayos y centellas, lleno de críticas y quejas y con el firme propósito de nunca volver a pasar otras vacaciones con él, o bien que diga: “¡cómo las disfruté, ojalá el año próximo podamos volver a pasarlas juntos!”.
Suele ser difícil elegir con quien vacacionar, pero hay una opción con la que vas a la segura: vacaciona con Dios. ¡No hay mejor Amigo que Él!, y si tú y tu familia lo invitan a acompañarles en estas vacaciones, tienen garantizado disfrutarlas al máximo y recargar muy bien las baterías, (no sólo las del cuerpo, sino las del alma, que son las más importantes).
¿Cómo se puede vacacionar con Dios? He aquí cuatro sugerencias:
- Oren. No se desconecten de Dios. Abran espacios para dialogar con Él, sea que contemplen un atardecer desde la azotea de la casa o que caminen por un hermoso paisaje.
Aprovechen su tiempo libre para rezar juntos el Rosario. Y que salir fuera no sea pretexto para dejar de ir a Misa. - Peregrinen. Visiten una parroquia o un santuario que no conocen, sea en su colonia o ciudad o fuera de éstas, o, si el dinero lo permite, en el extranjero.
Conozcan su historia y tradiciones; su comunidad; encomienden allí a familia y país. - Ayuden. Que vacacionar no sea sinónimo de haraganear. Hagan algo útil por otros.
Por ej. pregunten en un asilo en qué pueden ayudar; tal vez papá pueda reparar una gotera, mamá remendar ropa, los jóvenes limpiar ventanas, o preparar y/o servir la comida (para que descansen las personas encargadas), o leerle un buen libro a algún viejito (si es para ese fin, Ediciones 72 los ofrece gratis -los libros, no a los viejitos-).
Pasar todo el día tirados frente a la tele deja un vacío interior, en cambio pasarlo ayudando produce una satisfacción incomparable. Ya lo dijo Jesús: “Mayor felicidad hay en dar que en recibir” (Hch 20, 35). - Convivan. No se vaya cada uno por su lado, busquen momentos para convivir, pero no callados frente a la tele o en un cine, ni cada uno enviando mensajitos en su celular, sino de veras interactuando.
Vaya juntos, a un día de campo, practiquen como equipo un deporte, jueguen un buen juego de mesa...
Esta semana comienzan las vacaciones, un tiempo destinado al descanso.
Pero para que éste sea de veras reparador, en el amplio sentido de la palabra, no hay que descansar de Dios, hay que descansar con Dios.
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