4 momentos en que te conviene usar agua bendita
Alejandra María Sosa Elízaga*
Dice el dicho: ‘ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre’, para significar que no hay que caer en extremos: ni exagerar ni quedarse corto.
Y aunque el dicho se refiere a una llama, bien podría aplicar al uso de agua, específicamente del agua bendita.
Hay quien exagera y la rocía por todo, sobre todo, y a todas horas. Supe de alguien que la vació dentro de una de bomba de aspersión, para rociarla ¡como si fuera insecticida! Eso no sólo es una exageración, sino una falta de respeto.
Y hay quien no tiene ni una gota de agua bendita en su casa. Tampoco está bien.
La Iglesia nos ofrece el agua bendita como un sacramental, es decir, no es un Sacramento, pero sí nos recuerda uno: el Bautismo, y nos anima a usarla sobre personas, objetos o lugares, con el fin de bendecirlos, encomendándolos al favor de Dios.
Santa Teresa de Ávila contaba que en una ocasión en que se le apareció el demonio para molestarla, ella se santiguó y éste desapareció, pero volvió al poco rato. Entonces ella le echó agua bendita y éste desapareció y ya no volvió, por lo cual ella comentó que consideraba que el agua bendita era muy eficaz contra las acechanzas del maligno.
Con ello en mente, sería bueno que nos acostumbremos a usar agua bendita, por ejemplo en estos cuatro momentos durante el día:
1. Al despertar. Pon una gota de agua bendita en el dedo índice de tu mano derecha y santíguate, encomendando tu día a Dios. Agradécele que despertaste y pide Su ayuda para que en este día sólo te agrade lo que le agrada, te desagrade lo que le desagrada, en todo cumplas, con prontitud y alegría, Su voluntad, y te libre de toda tentación y de todo mal.
2. Antes de realizar algo importante para ti. Por ejemplo, si eres estudiante y te preparas para un examen, puedes persignarte con agua bendita pidiendo al Espíritu Santo que te ilumine, te ayude a aprovechar lo que estudies, te libre de distracciones. Si te vas a someter a una operación, debes desde luego pedir al sacerdote que te administre la Unción de Enfermos, que pide tu salud física y espiritual, pero al llegar al hospital, puedes rociar agua bendita en la habitación, pidiendo al Señor que bendiga a los médicos y enfermeras que te atenderán, y te ayude a soportar con fortaleza y paciencia lo que debas enfrentar. Antes de una entrevista de trabajo, o de emprender una tarea difícil, o de una charla decisiva, santíguate con agua bendita encomendándote a Dios.
3. Antes de salir de casa. Conviene tener a la entrada de la casa uno de esos recipientes pequeños para agua bendita. Puedes mojar tu dedo en ella y persignarte antes de salir, encomendándote a la Divina Providencia.
4. Antes de tu descanso nocturno. Antes de ponerte a dormir, haz una breve oración, para dar gracias a Dios por todo lo que te permitió vivir en el día. Y luego de pedirle perdón por tus faltas, pedirle Su gracia para enmendarlas (y de ser necesario, confesarlas), y poner en Sus manos tus necesidades y a las personas encomendadas a tus oraciones, encomiéndale tu descanso. Puedes mojar tu dedo en agua bendita y persignarte, mientras dices, como el salmista: “En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque Tú, solo, Señor, me haces vivir tranquilo.” (Sal 4,9).