y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Abandono

Alejandra María Sosa Elízaga*

Abandono

Dicen que no son las crisis las que acaban con nosotros, sino nuestra reacción ante las crisis. Reaccionar con estrés, angustia, terror, depresión, desesperanza, afecta nuestra salud y bienestar.

Recuerdo que una vez, durante una mudanza, dos trabajadores venían cargando algo muy pesado. Les preguntamos si no les haría daño llevar tanto peso y uno replicó: ‘no, si no es en sí la carga lo que amuela, sino no saber cargarla’. He ahí el secreto.

Todos llevamos nuestras cargas, pequeñas y grandes: problemas familiares, de salud, económicos, incertidumbres, miedos. La pregunta es: ¿sabemos cargarlas?, ¿sabemos llevarlas de tal modo que no nos agobien ni nos aplasten, no nos causen una hernia en el alma ni una torcedura en la esperanza?

¿En qué consiste saber cargar? En no cargar solos. Permitirle a Jesús que nos ayude. Dice el salmista: “Dios lleva nuestras cargas” (Sal 68, 20).

Eso significa ponerlas en Sus manos, confiadamente, pedirle que se ocupe de lo que nos agobia, confiar que lo hará y quedarnos en paz. Claro, no se trata de cruzarnos de brazos; hemos de hacer lo que nos corresponda, pero serenamente.

Esta semana celebramos a dos grandes santos, santa Mónica y san Agustín, madre e hijo. De ella siempre destacan sus biógrafos que la angustiaba ver que cuando Agustín creció, comenzó a llevar una vida completamente alejada de los valores cristianos que de pequeño ella le había inculcado. Él vivía con una mujer sin casarse, había entrado en una secta, su ambición era tener prestigio y fama. Mónica temía por su alma y este temor le robaba la calma, le quitaba el sueño, la mantenía permanentemente atribulada. Pasaba sus días orando y llorando. Hacía muy bien en orar, desde luego, era lo que tenía que hacer, pero, ¿por qué lloraba? Tal vez porque le faltaba confianza en su oración, le faltaba creer que si encomendaba a su hijo así como lo hacía, con todo el corazón, Dios la escucharía y respondería, pero a Su tiempo, cuando lo considerara mejor. Mónica ansiaba que su hijo se convirtiera de inmediato, Dios en cambio le estaba dando tiempo, pues sabía que todo lo que Agustín estaba viviendo, le serviría después, para entender y ayudar a los que estuvieran en su misma situación.

Cuánto le hubiera servido a santa Mónica que alguien le hubiera enseñado la ‘oración de abandono’, que no consiste en abandonar la oración, sino en abandonarse, es decir, ponerse completamente en manos de Dios. Ello no implica dejar de orar ni dejar de hacer lo que sea oportuno, implica sí abandonar la angustia, hacerlo con paz.

Ojalá santa Mónica hubiera conocido al siervo de Dios Dolindo Ruotolo, sacerdote napolitano (1882-1970), exorcista y gran confesor, que recibía revelaciones de Jesús y tuvo los estigmas (señales de la crucifixión en manos y pies). Durante un tiempo fue director espiritual del Padre Pío (quien, por cierto solía aconsejar: ‘ora, confía y no te preocupes’). Contaba una familia, que había viajado desde Nápoles para ver al padre Pío, que éste les preguntó: ‘¿por qué me vienen a ver a mí si tienen a Dolindo, que es un santo?’

El padre Dolindo escribió una conocida novena llamada “Novena del Abandono a la Voluntad de Dios”, de la que afirmó que se la dictó el propio Jesús.

Es sumamente sencilla de rezar. Al inicio, te persignas, lees el parrafito correspondiente al día, al final rezas devotamente 10 veces esta jaculatoria: “O Jesús, me abandono en Ti, ¡ocúpate de todo!”, y al terminar te santiguas.

En cada uno de los días hay palabras de aliento que invitan a confiar completamente en Jesús, renunciar a querer controlar todo (lo cual nunca resulta bien y sólo provoca inquietud), dejar que sea Él quien se encargue de todo, no intentar que se adapte a nuestra voluntad, sino aprender a adaptarnos a la Suya, confiando en que sabrá hacer lo mejor. Jesús nos pide cerrar los ojos del alma, rechazar los pensamientos de tribulación, abandonarnos enteramente a Su cuidado y confiar, para dejarlo obrar.

Si quieres rezarla, la encuentras aquí:  bit.ly/3yZkfmV

Publicado el domingo 22 de agosto de 2021 en la revista digital 'Desde la Fe', Semanario de la Arquidiócesis de México, y en la pag web y de facebook de Ediciones 72