y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Rey Pastor

Alejandra María Sosa Elízaga*

Rey Pastor

Sabiendo que este domingo la Iglesia celebra la Solemnidad de nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, abrí el misalito mensual para leer el Salmo y comentarlo en esta reflexión. Creí que probablemente se trataría del Salmo 23, que al final dice:

¡Portones!, alzad los dinteles, 
que se alcen las puertas antiguas,
va a entrar el Rey de la Gloria.
¿Quién es ese Rey de la Gloria?
-El Señor, Dios de los Ejércitos:
Él es el Rey de la Gloria
.” 

Esperaba leer un himno triunfante al Rey del Universo. Y sí, en efecto. me topé con el Salmo 23, pero el otro 23, el que aparece numerado así en la Biblia (recordemos que del 9 al 148, los Salmos que se proclaman en Misa no tienen la misma numeración que en la Biblia, porque están tomados de distinta traducción. Los de la Biblia van adelantados un número. Por ejemplo, el Salmo 23 en la Biblia, es el 22 en la liturgia).

El Salmo de la Misa dominical, por cierto favorito de mucha gente, es el que empieza diciendo: 

El Señor es mi pastor, nada me falta;
en verdes praderas me hace reposar
y hacia fuentes tranquilas me conduce
para reparar mis fuerzas
.”

¡Eso sí que no me lo esperaba! 

Esperaba un himno que cantara las grandezas y el poder del Rey del Universo, y en cambio la Iglesia nos pone delante la imagen de un Pastor.

Es que el Salmo responde a la Primera Lectura (por eso quien lo proclama en Misa no debe decir: ‘respondamos al Salmo’, pues el Salmo es en sí una respuesta), y en dicha Lectura, Dios se compara a Sí mismo con un pastor que “vela por su rebaño” (Ez 34, 12).

Conmueve que siendo Dios el Rey de todo cuanto existe, en lugar de dirigirse a nosotros humillándonos desde Su superioridad o amenzándonos con aplastarnos, nos haga sentir Su ternura y Su amor al revelársenos como nuestro Pastor.

Por boca del profeta Ezequiel promete venir a buscarnos si nos perdemos, hacernos volver si nos descarriamos, curarnos si nos herimos, robustecernos, si nos debilitamos, cuidarnos y apacentarnos.

He aquí un Rey que, a diferencia de los reyes y poderosos de este mundo, no abusa de Su posición privilegiada, no somete a Sus súbditos por la fuerza, ni los reprime con violencia.
Con razón, en respuesta, el salmista puede afirmar con certeza y alegría:

Tu bondad y Tu misericordia me acompañarán
todos los días de mi vida.
..”

Es consolador contar con semejante Pastor, pero no hay que pasar por alto que al final de la mencionada Lectura y en el Evangelio (ver Mt 25, 31-46), nos advierte que no sólo vendrá a cuidarnos, sino también a juzgarnos.

Como Rey, juzgará si hemos edificado y habitado Su Reino de amor, de perdón, de justicia, de paz.
Ese Reino que es como semilla de mostaza, y por eso valora y toma en cuenta hasta el más insignificante gesto de caridad. Ese Reino que es como un poco de levadura, y por eso hasta el más mínimo gesto de amor, puede hacer fermentar toda la masa. Ese Reino que hace fiesta por cada pecador arrepentido y recobrado.

Y como Pastor, juzgará cómo nos hemos portado con las otras ovejas del rebaño.

En definitiva, este Rey Pastor nos juzgará, y ya nos reveló que la materia de ese juicio es el amor. Nos preguntará: ¿edificaste en tu casa, en tu comunidad, Mi Reino de amor?, ¿fuiste como Yo, compasivo, clemente, paciente, misericordioso, fiel? ¿Te compadeciste de los necesitados e hiciste algo concreto por ayudarlos?

No perdamos ni un segundo. Preparémonos para poder responderle afirmativamente, y recibir Su invitación a entrar a tomar posesión del Reino preparado para nosotros desde la creación del mundo.

Publicado el domingo 26 de noviembre de 2017 en la pag web y de facebook de Ediciones 72, editorial católica mexicana.