¡Todo lo aprovecha!
Alejandra María Sosa Elízaga*
Un niño duerme plácidamente.
Se oye la voz de su mamá que le pide que se levante para ir a la escuela.
Él declara que no piensa ir, y se arrebuja en sus cobijitas.
Su mamá replica: ‘está bien, no vayas. El gordo Pérez siempre ha querido sentarse en tu pupitre, ¡hoy será su oportunidad!’
El niño sobresaltado, abre un ojo, abre el otro, salta de la cama y corre a prepararse para ir a la escuela.
¡No tolera la idea de ceder su lugar a nadie más, y menos a quien peor le cae!
Esta escena apareció en un dibujo de Quino que salió publicado hace muchos años, pero lo recordé ahora al leer lo que se le ocurrió a san Pablo, según se narra en la Primera Lectura que se proclama en Misa este Cuarto Domingo de Pascua (ver Hch 13, 14.43-52).
Cuando vio que los judíos de Antioquía, a donde había ido a predicar, lo rechazaban y contradecían, les dijo:
“La Palabra de Dios debía ser predicada primero a ustedes; pero como la rechazan y no se juzgan dignos de la vida eterna, nos dirigiremos a los paganos. Así nos lo ha ordenado el Señor, cuando dijo: ‘Yo te he puesto como luz de los paganos, para que lleves la salvación hasta los últimos rincones de la tierra.’...”
Es la versión bíblica de ‘está bien, si tú no ocupas tu lugar, otro lo ocupará, y ¡nada menos que quien peor te cae!’
Resulta conmovedor que Dios, al ver que por las buenas la gente de Su pueblo no quiere aceptar la salvación que le ofrece, intente otro recurso: darle celos: ‘si ustedes no quieren aceptarla, otros se les adelantarán, y nada menos que los paganos, a quienes siempre han despreciado...’, a ver si aunque sea por eso reaccionan.
Qué lindo que Dios no quiera darnos por perdidos, que se la pase buscando cómo hacer para que le respondamos; que no se resigne a nuestro ‘no’, e intente una y otra vez, de todos los modos imaginables (y ¡vaya que tiene imaginación!), que aceptemos Su invitación.
Y qué maravilla también que aproveche el rechazo de unos para atraer a otros.
Dice el texto que “al enterarse de esto, los paganos se regocijaban y glorificaban la Palabra de Dios, y abrazaron la fe...”
No cabe duda de que ¡todo lo aprovecha Dios para nuestro bien!
Desgraciadamente no todos los destinatarios de Su ingeniosa estrategia han respondido como Él esperaba, como hubiera querido.
Y ¿nosotros?
Ojalá dediquemos un tiempo esta semana a repasar nuestra historia, para considerar de qué se ha valido Dios para atraernos hacia Él, y cómo le hemos respondido...