y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

¡Nuevo!

Alejandra María Sosa Elízaga*

¡Nuevo!

Basta que algún producto traiga esta palabra en su empaque, generalmente destacada con colores brillantes, para llamar la atención y atraer al posible comprador con la irresistible promesa de que lo que se le ofrece no es lo mismo de siempre, sino algo mucho mejor.

Sea un juguete, ropa, un auto, un celular, cualquiera de esos artefactos electrónicos de moda, algo que se use o se ponga, a la gente lo prefiere nuevo, pero de veras, sin engaños.

Porque suele suceder que compras, por ejemplo, un producto comestible que ya conoces, porque trae el consabido letrerito de ‘nuevo’, pero al revisar la lista del contenido, te das cuenta de que el fabricante no le cambió nada, los ingredientes son los mismos, en las mismas cantidades, y siguen tan artificiales que necesitas un doctorado en química para comprender qué te vas a comer.

Decepciona e incluso enoja que lo que se anuncia como nuevo no lo sea en realidad, y peor tantito si además de ‘nuevo’ dice ‘mejorado’ y la única mejora es la que tendrá el dueño en su bolsillo, ganando más vendiendo lo mismo.

Y si así sucede con las cosas de este mundo, ¡cuánto más con las de Dios!

Él nos llama a ser nuevos, pero auténticamente nuevos, no sólo por fuera, sino por dentro.

A mediados de la Cuaresma, nos decía san Pablo que “El que vive según Cristo es una creatura nueva; para él todo lo viejo ha pasado. Ya todo es nuevo” (2Cor 5, 17).

Hace dos semanas el Apóstol confesaba su nueva actitud: que de pronto tuvo por basura lo que antes consideraba valioso. (ver Flp 3,7).

Y este Domingo de Pascua, en una de las dos opciones de Segunda Lectura que se proclama en Misa (ver 1Cor 5, 6-8), san Pablo plantea: “¿No saben ustedes que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? Tiren la antigua levadura, para que sean ustedes una masa nueva, ya que son pan sin levadura.”

Se nos está invitando a dejar atrás lo viejo, a replantearnos si realmente son valiosas ciertas cosas que el mundo considera así; se nos anima a ser como una masa nueva, un pan sin levadura, es decir, se nos está invitando a ser nuevos.

Y tal vez alguien se pregunte: ‘¿es posible cambiar?, ser realmente ‘nuevos’.

Cabe responder que sí, y para lograrlo ayuda mucho seguir estos cuatro pasos:

1. Tener una nueva disposición. No pensar: ‘yo no puedo cambiar’, ‘siempre he sido así’, sino tener la confianza de que con la gracia de Dios, podemos cambiar aquello que necesite ser cambiado o renovado. Él puede hacer nuevas todas las cosas.

2. Preguntar a Dios, en la oración, en qué área o aspecto de nuestra vida quiere que tengamos una actitud nueva. Pedirle que nos lo haga ver, tal vez a través de una charla que tenemos con alguien, de un comentario que alguien nos hace; y no tratar de abarcar demasiado, sino elegir una sola cosa, por ejemplo, un vicio, un pecado, cierto mal hábito, para trabajar en ello.

3. Urdir una estrategia para superarlo, que incluya propósitos concretos, específicos: ‘ahora que se presente esta situación, voy a responder de este nuevo modo’; ‘este día, ante esta persona, voy a tener esta nueva actitud’; ‘esta tentación, la voy a evitar de esta nueva manera’.

4. No desanimarse si hay caídas o retrocesos, sino retomar el camino y seguir. Dice el Papa Francisco que “en el arte de ascender, el triunfo no está en no caer, sino en no permanecer caído.

En la vida espiritual, quien no avanza, retrocede. Y quien no se renueva interiormente, envejece, contrae artritis espiritual, empieza a conformarse con seguir igual, hace pacto de no agresión con sus pecados y aprende a convivir con ellos, pero así no será feliz, ni en este mundo ni en el otro...

Estamos en Pascua, celebrando a Aquel que es capaz de darnos vida nueva, de liberarnos del pecado y de la muerte.

Él, que hace nuevas todas las cosas, puede verdaderamente renovarnos, sólo hace falta que se lo permitamos.

Publicado en la pag web y de facebook de 'Desde la Fe', Semanario de la Arquidiócesis de México, en la de SIAME, y en la de Ediciones 72, domingo 27 de marzo de 2016