Familia sagrada
Alejandra María Sosa Elízaga**
“La familia te toca, pero a los amigos los escoges tú”, es una frase que suele decir la gente como para significar que los amigos son mejores que los familiares, porque los parientes te ‘tocaron’, y ya ni modo, si te resultan mal, qué le vas a hacer, pero en cambio a tus amistades las eliges libremente y a tu gusto.
Pero ese razonamiento tiene una falla.
La familia no te ‘toca’, no naciste en ella de ‘chiripada’, es decir, al azar, como en una lotería, sino que te la eligió Dios.
Y si acaso te parecen buenas tus amistades porque las elegiste tú, ¡cuánto más debían parecerte buenos tus parientes, porque te los eligió Dios!
Él pensó en ti desde antes de que existieras, te dotó de todas tus características y cualidades, y consideró muy cuidadosamente en dónde te pondría, no te le saliste de la manga, ni fuiste a caer por error en tu familia.
Dios te colocó allí.
Y si alguien se pregunta: pero ¿por qué quiso Dios que yo naciera de una madre que me abandonó, o de un padre que me pegaba o tuviera hermanos que se burlaban de mí, o padeciera una situación de graves o gravísimas carencias?
La respuesta completa a esa pregunta, realmente sólo Dios la sabe, y nosotros la sabremos también si llegamos al cielo y le preguntamos, pero por ahora, tenemos que conformarnos con saber lo siguiente:
1. Si estuviéramos destinados sólo a este mundo, alguien podría reclamar que le hubiera tocado vivir una situación difícil, pero no estamos hechos solamente para esta vida sino para la eterna, y allá comprenderemos por qué Dios permitió que cada persona viviera tal o cual situación, y veremos que Él no se equivocó, que en Su infinito amor y sabiduría dispuso lo mejor para ella, lo que mejor contribuyó a su salvación.
2. Dios ha dado a cada ser humano, progenitores y familiares que fueron creados con grandes cualidades, si por diversas circunstancias ellos no las desarrollaron, ello no es voluntad ni culpa de Dios, que no se cansa nunca de darles ocasión de alcanzar la plenitud a la que están llamados.
3. A quien nace en una familia con graves carencias y dificultades, Dios le ofrece Su gracia para que pueda ir enfrentando y superando con valor, paz y fortaleza lo que tenga que vivir día a día.
4. Las situaciones más adversas que alguien pueda vivir en su familia, contribuirán a su salvación si sabe ponerlas en manos de Dios, que le ayudará a aprovecharlas para crecer en comprensión, compasión, solidaridad, paciencia, fuerza, humildad, paz, caridad...
5. Dios no creó la familia para que sus miembros se conformen con ser felices en este mundo, sino para que se esfuercen por alcanzar la felicidad eterna, y se ayuden mutuamente a lograrlo, un objetivo que pueden alcanzar, a pesar de que entre ellos haya diferencias y distancias, si se mantienen unidos en el amor de Dios y aprovechan la gracia que Él les da para comprenderse, perdonarse y amarse.
En este domingo dentro de la Octava de Navidad, en que celebramos a la Sagrada Familia, celebremos también que nuestra familia es sagrada porque Dios la eligió y porque habita en medio de ella, y hagamos nuestra la petición de la Oración Colecta de la Misa dominical: “Señor Dios, que te dignaste dejarnos el más perfecto ejemplo en la Sagrada Familia de Tu Hijo, concédenos benignamente que, imitando sus virtudes domésticas y los lazos de caridad que la unió, podamos gozar de la eterna recompensa en la alegría de Tu casa.”