¡Reina!
Alejandra María Sosa Elízaga*
Si tuvieras que dibujar a un rey, ¿cómo lo dibujarías?
Un maestro de kinder contó que un día decidió hacer un experimento: les dio a sus alumnos papel y crayolas y les pidió que dibujaran un rey.
El resultado fue muy revelador. Uno de los chamaquitos dibujó, en la parte de abajo de la hoja, una silla, y arriba de ésta otra y otra y un banco, y otro encima, y otra silla, y otra y otra, y en la parte superior dibujó a un señor gordito con una tremenda corona toda ladeada (no se sabe si estaba ladeada por el precario equilibrio en el que se encontraba el rey arriba de su torre de sillas o si, y esto es lo más probable, ya no había más papel para ponérsela derecha sobre la cabeza). Otro niño dibujó a un señor que tenía cara de enojado y algo parecido a un gran cetro en su mano, del que salían rayos negros y relámpagos. Una niña se pasó todo el rato coloreando la fastuosa capa de un altísimo rey de largas piernas y corona de picos.
El maestro comentaba que le llamó mucho la atención que los niños captaron y expresaron muy bien que un rey suele estar muy por encima del común de la gente y mantenerse muy ajeno, muy lejano; suele ejercer el poder con despotismo y emplear los medios que sean para hacerse obedecer, y suele ser una figura meramente simbólica y decorativa, que lleva una vida frívola y rodeada de lujos.
Esa misma tarde el maestro realizó la segunda parte de su experimento: les dio papel y crayolas a los chavitos que acudían al Catecismo y les pidió que dibujaran a Jesús como Rey. ¡Qué agradable sorpresa se llevó! En todos los dibujos Jesús aparecía sonriente, sea rodeado de niños felices, o bajo soles y nubes, o en un campo de flores, o cobijando a muchos con Su manto. De nueva cuenta se notaba que los niños habían captado muy bien lo que significa que Jesús sea Rey.
Ahora que la Iglesia celebra la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, tenemos una buena oportunidad para reflexionar en algo que los dibujos de estos niños pusieron claramente de manifiesto: el reinado de Jesús no se parece en nada a ningún otro. No es un Rey que esté tan alto que no nos vea, es un Rey que se mantiene atento, cercano, familiar. No es un rey mandón y colérico que obligue a obedecer y que castigue a los rebeldes; es un Rey compasivo, comprensivo, amistoso, paciente. No es un rey centrado en sí mismo, cuyas extravagancias satisfacen a los 'paparazzis' y escandalizan a su pueblo; es un Rey que quiso despojarse de todos los privilegios de Su condición divina para venir a compartir con nosotros este mundo; que quiso hacerse pobre para enriquecernos a todos.
Celebrar que Cristo es Rey es celebrar que reina sobre todo, que no hay otro reino por encima del Suyo. Ello significa que puede reinar sobre todas esas realidades que quizá te han tenido bajo su dominio. Pregúntate: ¿Qué ha reinado en tu vida?
¿Ha reinado el caos? Este Rey puede poner orden, darte un propósito y una esperanza.
¿Ha reinado la soledad? Este Rey quiere hacerte sentir que nunca te abandona; quiere que percibas Su presencia a tu lado todos los minutos de tu vida y que nunca más sientas que no tienes a nadie junto a ti.
¿Ha reinado el dolor, la tristeza? Este Rey quiere secar tus lágrimas y darte razones para experimentar una alegría que nadie te pueda arrebatar.
¿Ha reinado el miedo? Este Rey quiere que te liberes del temor que te paraliza y comprendas que a Su lado no hay nada que temer, no hay tiniebla que no se rompa, no hay callejón al que no se le encuentre una salida.
¿Ha reinado la adicción? Este Rey quiere desatar todas tus ataduras y ayudarte a descubrir que el único yugo que vale la pena echarse encima es el Suyo, que es un yugo de amor, que nunca esclaviza, sino libera. Quiere reinar sobre esos vacíos en tu vida que has querido llenar de cosas que te hacen daño y no te sacian. Quiere animarte a permitirle ser quien te colme de lo que en verdad necesitas.
¿Ha reinado el odio, la violencia? Este Rey quiere tomar en Sus manos tu corazón, vendar sus heridas, hacer que cicatricen y que sanen, abrirlo al perdón, colmarlo de paz y devolvértelo rebosante de un amor que puedas compartir con los demás.
¿Ha reinado el mal? Este Rey quiere que pongas todos tus pecados al pie de Su cruz y dejes que Él los asuma, los redima y los deje ahí, clavados, para que puedas librarte de ellos y caminar sin ese lastre que te impide seguirlo a Él y ser feliz.
Se está terminando el año y a buena hora la Iglesia nos invita a fijar la mirada en Jesucristo y darnos cuenta de que es Rey del universo, que, como dice la Primera Lectura que se proclama este domingo en Misa, "Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y Su reino jamás será destruido." (Dn 7, 14). Ello significa que tiene poder para reinar sobre todo aquello que hasta ahora había reinado en tu vida, y purificarlo o perfeccionarlo y llenarlo de luz.
Celebrar que Jesús reina, no sólo dibuja una sonrisa en un papel sino en el alma, porque no hay como vivir con la consoladora certeza de saber que somos los súbditos amados de este Rey que nos mantiene siempre bajo Su protección, iluminados por Su gracia y resguardados dentro de Su misericordioso corazón.
(Del libro de Alejandra María Sosa Elízaga “El regalo de la Palabra”, Col. Fe y vida, ciclo B, Ediciones 72, México, p. 157, disponible en Amazon).