y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

¿Qué haría Jesús?

Alejandra María Sosa Elízaga*

¿Qué haría Jesús?

Decía Santa Teresa de Ávila que las virtudes se prueban en las ocasiones, no en los rincones. Uno puede estar convencido de tener cierta virtud, pero no puede asegurarlo hasta no demostrarlo. Me puedo creer muy paciente o muy imparcial o muy veraz, pero sólo sabré si lo soy cuando enfrente una situación que lo pruebe.

El cristianismo no es teoría, es práctica, es una manera de vivir. El verdadero cristiano no es el que se limita a saber oraciones o preceptos, sino el que cotidianamente vive, en todas sus dimensiones, el único mandamiento que nos dejó Jesús, el de amarnos unos a otros como Él nos ama (ver Jn 15,12).

 

Uno de los aspectos que más prueba (entendido esto en el más amplio sentido del término probar: poner a prueba y también demostrar) nuestro cristianismo es el del trato a los enemigos o adversarios. ¿Qué nos pide Jesús?, que los amemos, bendigamos y oremos por ellos (ver Lc 6, 27-28), pero solemos hacer lo opuesto: detestarlos, maldecirlos y, si acaso oramos por ellos, es para pedir ‘muy cristianamente’ que Dios 'los recoja' pronto (como oraba una señora por su suegra: 'que se muera, ¡aunque se salve!').

 

Dice san Pablo, en la Segunda Lectura que se proclama este domingo en Misa (ver Ef  2, 13-18), que Jesús une en Sí mismo a los que están lejos y a los que están cerca, que hace de todos un solo pueblo, que ha destruido la barrera de odio que nos separa a unos de otros. Y uno se pregunta, entonces ¿por qué todavía vivimos divididos?, ¿por qué no se ha establecido por fin la paz que Él vino a traer? La respuesta es que la paz depende también de nosotros. El Señor puso los cimientos, nos toca edificar sobre ellos. El problema es que en los asuntos que involucran pasiones como el odio, la ira, la rivalidad, etc. ¡qué difícil es comportarse como pide Jesús!, y quien se atreve a hacerlo suele ser criticado y cuestionado. Viene a mi mente un ejemplo:

            Mi mamá, qepd, tenía unas casas hogar para niños y niñas invidentes, y fue víctima del fraude de un estafador. Si es de por sí malo que alguien se dedique a estafar, es más reprobable que lo haga con instituciones de caridad. Un día le avisaron a mi mamá que el hombre había sido detenido, y que las personas de las diversas instituciones que habían sido estafadas por él tenían que ir a rendir declaración al MP.

            Mi mamá acudió y tuvo que esperar allí varias horas. Entonces pensó que el detenido no había probado bocado, se compadeció de él y fue a comprarle una torta. Cuando regresó con la torta, los del MP se rieron de ella y no le dejaron dársela, y quienes también habían sido timados por aquel hombre, y pertenecían a instituciones católicas de asistencia, la confrontaron: '¿cómo le trae de comer a ese desgraciado?'. Les respondió recordándoles que Jesús dijo que no hay mérito en hacer bien sólo a quien nos hace bien (ver Lc 6, 33), les citó a San Pablo: "si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; así se arrepentirá de su odio" (Rom 12,20) y por último les dijo que como cristianos debemos ver a los otros como hermanos y tratarlos no sólo con justicia, sino con misericordia, incluso si nos caen mal o si nos han hecho daño. Preguntarnos: ‘¿qué haría Jesús?’ y actuar en consecuencia. ¡Qué lección les dio!

Recordaba esto porque descubrí en una famosa tienda en internet que hay páginas y páginas de anuncios de pulseras, en los más diversos colores y materiales, desde tela hasta silicón o metal, las cuales traen inscritas las letras WwJd, que significan: What would Jesus do (Qué haría Jesús). Al parecer tienen gran demanda y qué bueno, porque ayudan a sus usuarios a recordar que deben preguntarse siempre, antes de actuar, qué haría Jesús en su lugar.

Lamentablemente no venden allí pulseras con las iniciales de esa pregunta en español, sería bueno que alguien se lanzara a producirlas, pero tal vez no haga falta si nos grabamos esa pregunta en nuestro corazón, y la planteamos, no sólo en los rincones, sino en todas las ocasiones.

 

(Con base en artículo del libro de Alejandra María Sosa Elízaga “El regalo de la Palabra”, Col ‘Fe y Vida’, ciclo B, Ediciones 72, México, p. 105, disponible en Amazon)

Publicado el domingo 21 de julio de 2024 en la pag web y de facebook de Ediciones 72