Pruebas y pruebas
Alejandra María Sosa Elízaga*
Realizar un exorcismo, hablar en un idioma que uno nunca habló, agarrar unas culebras y tomar veneno sin envenenarse, parecen ser de esas pruebas escalofriantes que se suelen proponer en concursos de televisión en los que gana el participante menos miedoso o de mayor sangre fría. Pero no es así. Todas esas acciones vienen mencionadas nada menos que en el Evangelio que se proclama en Misa en este Domingo de la Ascensión (ver Mc 16, 15-20).
Sí. Nos cuenta San Marcos que la última vez que Jesús Resucitado se apareció a Sus Apóstoles antes de volver al lado del Padre, los envió a predicar el Evangelio, y les dijo "El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Éstos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en Mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos" (Mc 16,18).
Y antes de que alguno se desanime pensando que si para demostrar su fe y salvarse tiene que hacer cosas tan complicadas, riesgosas o repulsivas ya estuvo que va a ir a dar al infierno, cabe aclarar que a lo que dijo Jesús se le puede dar dos interpretaciones.
La primera interpretación es literal, al pie de la letra. Hay suficiente evidencia en el libro de Hechos de los Apóstoles para ello. Recordemos por ejemplo (en Hch 28,3-6) cuando en uno de sus viajes Pablo fue picado por una víbora venenosa y los nativos del lugar estaban esperando a ver a qué horas se hinchaba y moría, pero se quedaron esperando, pues no le pasó nada -niños, no lo intenten en casa-. Recordemos también las numerosas ocasiones en las que los Apóstoles sanaron enfermos (ver Hch 3,6-8; 8,7;9,34), y también recordemos lo que leímos en la Primera Lectura el domingo pasado (ver Hch 10,44-45), que no sólo los Apóstoles, sino también los paganos se pusieron a hablar en lenguas.
La segunda interpretación es simbólica. Significa que con fe en Jesús podemos, puedes, realizar, en un sentido espiritual, milagros como los que Él menciona. Y eso para nosotros no es imposible, todo lo contrario, está muy al alcance de nuestra mano. Considera esto:
Expulsas demonios en Su nombre cada vez que con Su gracia evades o superas una tentación que tal vez antes te hacía caer; cada vez que dejas que Él te ayude a echar fuera de tu vida el demonio de la ira, la violencia, la injusticia, la avaricia, la vanidad, el rencor; cada vez que te confiesas y te reconcilias con Él.
Hablas lenguas nuevas cuando en lugar de pronunciar palabras hirientes que hacen sentir mal a otros, te atreves a hablar el quizá para ti desconocido idioma del amor, la dulzura, la bondad, el perdón.
Eres inmune a las picaduras y a los venenos cuando no dejas que las 'lenguas viperinas' que te 'viborean' te llenen de rencor; cuando a pesar de vivir en este mundo envenenado por la cultura de la muerte no permites que ésta intoxique tu alma.
Ayudas a sanar a los enfermos cuando oras por ellos, cuando los atiendes con verdadera caridad, cuando no les hablas o visitas para contarles, como hacen muchos, la horrible historia de alguien que ‘¡padecía lo mismito y se puso peor!’, sino para ayudarles a descubrir el sentido redentor de lo que están viviendo, comunicarles paz e infundirles esperanza.
En la última indicación que el Señor dio a Sus apóstoles antes de regresar al Padre, hallamos un medio muy eficaz para probar nuestra fe, en el sentido doble de poner a prueba y de demostrarla: preguntémonos cada día: de los cinco milagros que Jesús ha mencionado, ¿hoy cuáles he realizado?
(Del libro de Alejandra María Sosa Elízaga “Como Él nos ama”, Col. ‘La Palabra ilumina tu vida’, ciclo B, Ediciones 72, México, p. 83, disponible en Amazon).