y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Sed saciada

Alejandra María Sosa Elízaga*

Sed saciada

¿Alguna vez has visto a un perro que cree que está llamado a volar? ¿No? Yo tampoco.

Quizá puede pegarte un susto horrible ladrándote furiosamente desde una azotea, pero tú puedes seguir caminando tranquilamente porque sabes que jamás se le ocurrirá aventarse a la calle: le queda muy clarito que no tiene ni tendrá alas.

En cambio es muy posible que sí hayas sabido lo que ocurre con la oruga, que se dedica a tejerse una casita y se atreve a encerrarse en ella por completo -aunque queda aislada y a oscuras- porque de alguna manera intuye que ahí tendrá lugar una transformación increíble y así sucede. Un día sale de ahí volando, convertida en mariposa.

Y si te estás preguntando por qué me puse tan 'zoológica' te diré que es para probar una cosa: que en la Naturaleza todos los seres tenemos un instinto básico que nos dice qué somos, qué podemos y qué no podemos hacer y hasta dónde podemos o no llegar, y así como ningún animal trata de ser otra cosa porque intuye que no puede lograrlo, es interesante reconocer que todos los seres humanos de todos los tiempos, desde los de las civilizaciones más antiguas y primitivas hasta los de nuestros días tenemos un instinto de supervivencia que va más allá de esta vida: tenemos la seguridad de que podemos ser mucho más de lo que somos; que nuestra existencia no termina con la muerte; que hay algo más allá. 

Eso significa que si Dios nos creó con esta sed, es porque también creó la fuente que puede saciarla; que si anhelamos la vida eterna es porque estamos llamados a vivirla; si no fuera así bien podríamos haber nacido con la sencilla aceptación de que una vez que nos muriéramos todo acabaría en un hoyo en la tierra, pero nos rebelamos ante esta idea, nos resistimos a aceptar semejante fin, y no por un absurdo deseo nacido del capricho o del miedo, sino porque Dios nos puso en el fondo del alma la semilla de la inmortalidad, el anhelo de vivir la vida sin final a la que nos tiene destinados desde antes de traernos a este mundo.

Este domingo celebramos el cumplimiento de este deseo; celebramos que derrotaremos a la muerte; que esa nostalgia de infinito que sentimos en lo más hondo no es espejismo ni absurda ilusión ni simple fruto de nuestro temor ante la nada. Celebramos que viviremos para siempre porque Aquel que nos prometió que resucitaremos ¡resucitó!

Los católicos de la iglesia ortodoxa de Oriente se felicitan así en este día: uno dice: '¡Resucitó!' a lo que otro contesta: '¡En verdad resucitó!'.  

Entre nosotros, lamentablemente, quizá haya quien a semejante saludo respondería: '¿y a mí qué?'. 

Hay muchas personas que dicen creer en Jesús, pero que no celebran Su Resurrección porque la ven como algo que no tiene nada que ver con ellas. No se han dado cuenta de que el hecho de que Jesús resucitara lo cambia ¡todo!, le da un nuevo rumbo a la existencia. 

En primer lugar responde a una de las interrogantes que más preocupan al ser humano: '¿habrá vida después de la muerte?, y más específicamente: ¿tendré vida después de mi muerte?  Y la responde con un rotundo ¡sí!, ¡tendrás vida! Jesús prometió que resucitaría y nos resucitaría, y si cumplió lo primero puedes estar seguro de que cumplirá lo segundo. 

Eso quiere decir que estamos celebrando no sólo que Jesús dio el paso de la muerte a la vida (de ahí el nombre de 'Pascua' que significa 'paso'), sino que hizo posible que lo demos nosotros también. Y esto ¡te incluye a ti!

Estamos de fiesta porque nos ha sido regalada la vida que no termina, y eso le da sentido a lo que vivimos aquí y ahora; ilumina toda nuestra experiencia: empequeñece lo triste y doloroso y enriquece lo bueno con la alegre esperanza de que un día será ilimitado.

Regocíjate con la noticia más extraordinaria de toda la historia: Jesús derrotó el mal, el pecado, la muerte, y Su victoria es también tuya si lo tomas de la mano y te dejas conducir por Él y permites que alumbre tu presente y tu futuro esta feliz convicción:  ¡Resucitó! ¡En verdad resucitó! ¡Aleluya!

 

(Del libro de Alejandra Ma. Sosa E “Vida desde la Fe”, Col. ‘Fe y Vida’, Ediciones 72, México, p. 122, disponible en Amazon).

Publicado el domingo 17 de abril de 2022 en la pag web y de facebook de Ediciones 72