y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Dios no se mide

Alejandra María Sosa Elízaga*

Dios no se mide

Si Abraham, nuestro padre en la fe, hubiera vivido en mi ciudad cuando Dios le pidió que saliera a contar las estrellas y le prometió que así de numerosa sería su descendencia, hubiera pensado: 'újule, ya estuvo que me quedé sin sucesores' -porque con tanto smog no hubiera visto ¡ni una! Pero no, Abraham no era de aquí, y el cielo que salió a contemplar era un cielo nocturno tan puro y lleno de estrellas que debe haberle causado una intensa emoción.

¿Te imaginas lo que habrá sentido este anciano mientras no sólo sus ojos se iban cuajando de luces, sino también su corazón al vislumbrar que se cumpliría su más hondo anhelo, su más loco sueño, lo que ya no se atrevía a esperar?

Se había pasado la vida deseando tener un hijo con Sara su mujer y no había podido. Ahora él era un viejo y su mujer también. Y cuando según él ya no había nada que hacer al respecto, Dios le prometió algo que rebasaba por completo todo lo que hubiera podido imaginar: que sería padre de un pueblo innumerable. Seguramente Abraham no aspiraba a tanto y se hubiera conformado con mucho menos, ¡ah! pero Dios no se mide cuando se trata de prometer maravillas y cumplir lo prometido...

Esta escena del libro del Génesis que forma parte de la Primera Lectura que se proclama este domingo en Misa (ver Gen 15, 5-12.17-18), se presta para que nos preguntemos qué esperamos de Dios:

Sería una pena que esperáramos demasiado poco, pues Él tiene ¡tanto para ofrecernos! ¿Cómo reaccionamos ante las promesas de Dios? ¿Cómo reaccionas tú? Cuando promete librarte de tus ataduras y opresiones; llevar tus cargas; darte descanso; llenar tu corazón con una alegría que nadie te pueda arrebatar; ir a prepararte un lugar para que pases con Él la eternidad; quedarse contigo todos los días hasta el fin del mundo...

¿Le crees?, o ¿sólo crees en lo que te parece sensato y humanamente posible? ¿Permites que tus límites te desanimen?, ¿que le arranquen las alas a tus sueños?

El texto que leemos este domingo dice que Abraham le creyó a Dios. Así de simple. No porque le sonara lógico lo que le prometía (de hecho pensar en ser papás primerizos a su edad hizo que tanto a Abraham como a Sara les 'ganara la risa': ver Gén 17,17; 18,12), sino porque se lo prometía nada menos que Dios, el Todopoderoso.

Hace tiempo acudí a un planetario, y aunque la función fue muy breve, bastó para poder disfrutar una noche estrellada como nunca la había visto (seguramente muy similar a la que contempló Abraham). También mostraron cómo se ve la tierra desde el espacio: un puntititito tan minúsculo que uno se da cuenta de que ¡somos nada verdaderamente!

Ante esto uno puede desarrollar 'baja autoestima', o preguntarle a Dios como el salmista: '¿qué es el hombre para que de él te acuerdes?'(Sal 8,5), o puede también optar por regocijarse con este pensamiento: el Creador de toda esta magnificencia ¡también nos creó a nosotros!, y para Él no somos poca cosa: nos ama, se interesa por lo que hay en nuestro corazón, nos sostiene en la palma de Su mano y cuando nos promete algo -por increíble que parezca- ¡tiene absolutamente todo el poder para cumplirlo!

Luego de ese paseíto por el universo se ven las cosas desde otra perspectiva: lo que Dios promete no sólo a Abraham, sino a Moisés, a María, a Sus apóstoles y a todos cuantos confían en Él -lo cual nos incluye a ti y a mí-:

Aquel que crea lo mismo inmensas galaxias que diminutos copos de nieve, cometas que catarinitas, lo puede todo y nunca nos dejará 'colgados de la brocha'. Dice el profeta: 'Bendito aquel que confía en el Señor, pues no defraudará el Señor su confianza' (Jer 17,7).

Estamos en plena Cuaresma preparándonos a celebrar no sólo que Dios cumple Sus promesas, sino lo que eso significa para nosotros, para ti: que Aquel que derrotó la tiniebla es Quien promete librarte del temor y la desesperanza; Aquel que resucitó es Quien te promete la vida eterna.

Vive este tiempo como una oportunidad para dejar que tu alma se inunde con el gozo de saber que Dios te ha hecho las más extraordinarias promesas y Su Palabra prometida la cumple siempre,  y sin medida...

 

(Del libro de Alejandra María Sosa Elízaga “Vida desde la fe”, Col. ‘Fe y Vida’, vol. 1, Ediciones 72, México, p. 101, disponible en Amazon).

Publicado el domingo 13 de marzo de 2022 en la pag web y de facebook de Ediciones 72