y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

La desinformación de los medios de información

Alejandra María Sosa Elízaga*

La desinformación de los medios de información

Pregunta Jesús en el Evangelio que se proclama este domingo en Misa (ver Lc 6, 39-45): “¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo?

La respuesta es clara: no puede. Cuando a ambos les falta la vista, si el que guía cae, caerá el que lo sigue. Un invidente no puede caminar sin ayuda, sea que la ayuda se la dé una persona que ve, o un perro lazarillo entrenado para guiarle, o incluso un bastón especial (largo y ligero), con el que va como ‘barriendo de lado a lado’ el terreno por donde va a pasar para detectar agujeros, desniveles y obstáculos.

¿Por qué pregunta Jesús algo cuya respuesta parece tan obvia? Porque está empleando el ejemplo de quienes son físicamente ciegos, para referirse a quienes lo son espiritualmente. Y hoy en día, éstos abundan. Para muestra basta un botón (¿o habría que decir un ‘clic’?).

“Ahora los que nos guían son los medios de comunicación, que van a contracorriente de los valores del Evangelio, nos presentan como bueno lo malo y como malo lo bueno. Son guías que guían a ciegos que no se dan cuenta de que van directo, no a un hoyo, sino ¡a un abismo!

Desgraciadamente mucha gente determina su conducta por lo que ve en pantalla, por lo que propone el autor de algún ‘best-seller’, por lo que dicen en las ‘redes sociales’, por lo que se ‘usa’, pero éstos no son guías confiables.

Hay que estar muy atentos y ser muy críticos con lo que se nos propone y examinarlo a la luz de Cristo, el único que puede desterrar la oscuridad, sanar toda ceguera.” *

Consideremos lo siguiente:

Salvo muy escasas y honrosas excepciones, lo que los medios de comunicación difunden sobre la Iglesia, suele tener dos características:

La primera es un desconocimiento que da pena ajena, por lo cual publican lo que se les ocurre sin verificar siquiera con alguna fuente religiosa confiable, (como sucedió hace años, cuando una laureada periodista de un periódico de izquierda publicó que cierto obispo del sureste realizaba ordenación de diaconisas, noticia que provocó gran escándalo y metió al obispo en un problema tan grande que hasta el Vaticano intervino para investigar qué estaba pasando. Se descubrió que lo que ocurrió fue que la periodista asistió a una ordenación diaconal, y al ver que los diáconos iban acompañados de sus esposas, asumió que también ellas habían recibido la ordenación y así lo publicó, sin que se le ocurriera algo elemental en su profesión: preguntar, verificar antes. Fue así que armó aquel tremendo lío del que por cierto nunca publicó ninguna aclaración ni disculpa).

La segunda característica sobre lo que difunden los medios sobre la Iglesia Católica es que suelen buscar deformar, desinformar y proyectar una mala imagen de ésta.

Buscan la nota escandalosa, agrandan un problema pequeño, exageran lo malo, recuerdan lo pasado, para que la gente no lo olvide.

Por ejemplo, hace muchos años, cuando viajó el Papa Benedicto XVI a EUA, fue tal el impacto positivo de su visita, y tanta gente la que lo siguió, que de pronto los medios se dieron cuenta de que llevaban varios días cubriendo noticias de la Iglesia Católica y hablando maravillas del Papa. Se nota que alguien les llamó la atención y les ‘tiró línea’, porque de un día para otro a cada comentario sobre el Papa seguía, sin falta, una mención a algún escándalo del pasado, por cierto, el mismo escándalo. Me llamó la atención que distintos canales de noticias de EUA hacían el mismo comentario, con las mismas palabras. ¿Casualidad?

Como católicos, ¿qué podemos hacer para no ser ciegos guiados por otros ciegos?

Tres cosas:

1. Acudir a fuentes confiables.

No conformarnos con lo que dicen de la Iglesia en los noticieros o en los periódicos.

Informarnos en fuentes religiosas oficiales de las que sabemos que difunden información comprobada.

2. Verificar la información que recibimos.

Si recibimos algo que ‘dicen que dijo’ el Papa, o santa Teresa de Calcuta (que son los dos más falsamente citados), copiar el texto y pegarlo en el buscador de internet. No importa quién nos lo haya enviado, también los sacerdotes y diáconos pueden equivocarse y reenviar un mensaje que les parece cierto y no lo es, hay que checarlo todo. Si el texto es auténtico se abrirá un menú de páginas oficiales (como vatican.va o rome reports o agencias católicas de noticias como aciprensa). Si el texto es falso, aparecerá un menú de páginas de particulares que lo mencionan porque también se ‘fueron con la finta’ y creyeron, equivocadamente, que era auténtico. Por ejemplo en estos días está volviendo a circular un mensaje que dice que el Papa abolió el ayuno cuaresmal, cosa que por supuesto es falsa.

3. Conocer nuestra fe.

Leamos el Catecismo de la Iglesia Católica, documentos vaticanos, los escritos de los santos, obras de apologética (defensa de la fe), para profundizar en nuestra fe y ser capaces de defenderla, detectar información tendenciosa o errónea, y no dejarnos influir por ella.

 

*(Este párrafo fue tomado de la clase 26 del curso sobre el Evangelio según san Lucas, uno de los cursos bíblicos que puedes tomar gratuitamente o del cual puedes consultar sólo una cita bíblica específica cuando quieras entender mejor y reflexionar un Evangelio proclamado en Misa. Están disponibles en www.ediciones72.com/).

Publicado el domingo 27 de febrero de 2022 en la pag web y de facebook de Edicones 72