y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Encuentro final

Alejandra María Sosa Elízaga*

Encuentro final

¿Por qué sólo te fijas en lo malo que te digo? ¡Nada más te acuerdas de lo negativo!

Esta frase, que alcancé a oír al pasar caminando cerca de una banca de la plaza en donde estaban dos personas discutiendo, bien podría dedicárnosla Jesús por la reacción que solemos tener ante el Evangelio que se proclama este domingo en Misa (ver Mc 13, 24-32).

Ahí nos anuncia el Señor: "la luz del sol se apagará, no brillará la luna, caerán del cielo las estrellas y el universo entero se conmoverá. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad" (Mc 13 24-26).

Escuchamos esto y nos llenamos de pavor. Nos atoramos en el 'ay nanita', imaginando el mundo a oscuras (ya incluso hasta circula por internet un texto, quizá escrito por algún astuto comerciante, que propone que de una vez nos abastezcamos de velas para cuando llegue el cósmico apagón), y pasamos completamente por alto la parte fundamental, la que habla de que vendrá el Hijo del hombre, es decir, Jesucristo.

Que sólo prestemos atención a lo primero y no a lo segundo no es lo que tenía en mente el Señor al pronunciar estas palabras. Su intención no era asustarnos sino darnos dos buenísimas noticias: que esta vida no es para siempre y que Él habrá de venir.

Alguien puede preguntar: '¿y qué tienen de buenas esas dos noticias?', a lo que cabe responder: la primera nos da la certeza de que no estamos destinados a permanecer en este mundo cuyas alegrías son siempre incompletas y efímeras y cuyos sufrimientos nos abruman, sino que estamos destinados a una vida perfecta en la que, como dice una plegaria eucarística, 'nadie estará triste, nadie tendrá que llorar' pues todos los que lleguen a gozar de la presencia de Dios vivirán la plenitud de la alegría, de la paz, en fin, de todo lo bueno que existe, en un grado que en esta tierra apenas podemos imaginar (ver Ap 7, 16-17; 21,3-4).

Y el hecho de que venga de nuevo Jesucristo es buena noticia porque significa que vendrá por nosotros. Se trata de un anuncio gozoso, de una promesa cuyo cumplimiento deberíamos esperar anhelantes; tendríamos que saltar de gusto ante la perspectiva de poder mirar al Señor cara a cara y comenzar a vivir la eternidad con Él.

¿Por qué no es así?, ¿por qué algunos reaccionan con miedo? Quizá porque temen encontrarse con Jesús porque o no lo conocen o no han querido conocerlo y se han mantenido obstinadamente lejos de Él; entonces, claro, pensar en que este mundo al que se aferran se termine y que Jesús venga a encontrarse con ellos les provoca un patatús, sobre todo porque Él promete venir  “lleno de poder y majestad”, y eso les ha de sonar a que vendrá en un plan castigador o vengativo. Están en un error; significa simplemente que vendrá no ya como vino la primera vez, renunciando a Sus prerrogativas divinas (ver Fil 2,6-8), sino con todo Su poder, pero ojo, no un poder destructor sino un poder que reconstruye, que congrega, que rescata, que ilumina porque proviene de Aquel que es Luz del mundo porque vino a librarnos de toda tiniebla, de Aquel cuya sola presencia hará innecesaria cualquier otra luz (ver Ap 21, 23-25).

El anuncio de Jesús no busca asustar sino confirmar que al final triunfará lo que parecía imposible: la humildad, la mansedumbre, la misericordia, la caridad.

Dice Jesús que esta generación no pasará antes de que esto llegue a cumplirse. Significa que todos nos encontraremos con Él porque a todos nos llegará el final.

Añade que nadie sabe el día ni la hora; no quiere que nos la pasemos especulando cuándo ocurrirá; no nos vaya a pasar como ese conocido líder de cierta secta que anunció fallidamente varias veces el fin del mundo y lo que llegó sin anunciar fue el fin de su mundo pues murió cuando menos lo esperaba.

Este domingo se nos anuncia el final no para que nos quedemos engarrotados vislumbrando catástrofes apocalípticas, sino para que, sabiendo que nos encontraremos con el Señor, comencemos ya a prepararnos para que pensar en ese encuentro despierte nuestro gozo no nuestro temor.

 

(Del libro de Alejandra María Sosa Elízaga “Como Él nos ama”, Colección ‘La Palabra ilumina tu vida’, ciclo B, Ediciones 72, México, p. 159, disponible en amazon).

 

Publicado el domingo 14 de noviembre de 2021 en la pag web y de facebook de Ediciones 72