y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Solicitud de ingreso

Alejandra María Sosa Elízaga*

Solicitud de ingreso

Según tú te habías acostado a dormir tranquilamente, pero de pronto te viste, sin saber cómo, nada menos que en lo que parecía ser el vestíbulo del Cielo.

Frente a ti había unas enormes puertas entrecerradas detrás de las cuales se escuchaba una música maravillosa y alcanzabas a atisbar tu paisaje favorito; junto a las puertas estaba la recepción atendida, como era de esperarse, por un angelito que te alargó sonriente tu 'solicitud de ingreso'.

Eso te sorprendió porque siempre habías creído que tendrías 'pase automático', pero confiado en que reunías los requisitos con creces, te sentaste en un nuboso sillón para leerla y contestarla. Luego de echarle un vistazo, voltear la página y revisarla extrañado, te levantaste a hablar con el alado dependiente.

-Oiga, perdone la molestia pero se me hace que ésta no es la solicitud que me corresponde.

-¿Lo que Ud. quiere es ingresar al Cielo?

-Sí, desde luego.

-Entonces ésa es la hoja correcta. Sólo llénela, no se preocupe.

-Pero es que no me piden nada de lo que creí que me iban a pedir. Por ejemplo no veo que haya un espacio para que escriba quién me recomienda, y no es por nada, pero conozco a un influyente que ¡seguro me hace pasar!

-Lo siento pero aquí así hacemos las cosas. Ése es el cuestionario que se le proporciona a todos, así que por favor tenga la bondad de llenarlo.

Ante su sonrisa angelical no te quedó de otra que resignarte y volver a tu asiento. Repasaste las preguntas con creciente inquietud. El encabezado pedía: Responde sí o no. Si respondes sí, da cuando menos tres ejemplos, de preferencia que hayan sucedido recientemente: ¿Ocupó Dios el centro de tu vida? ¿Amaste como Jesús: dando la vida, sin esperar nada, gratuitamente, generosamente, sin que la otra persona lo esperara, pidiera o mereciera? ¿Ejerciste la misericordia en lugar del juicio y la crítica? ¿Oraste por tus enemigos para pedir a Dios no que los 'eliminara' sino que los 'iluminara' y bendijera? ¿Hiciste el bien a quien te hizo un mal? ¿Realizaste algo concreto por edificar la paz en tu familia, comunidad, país? ¿Perdonaste de corazón lo que parecía imposible de perdonar? ¿Te negaste a desquitarte? ¿Diste en caridad no sólo lo que te sobraba sino incluso lo que te hacía falta? ¿Dijiste la verdad cuando era más fácil decir una mentira?¿Pusiste lo que eras y tenías al servicio de los demás? ¿Fuiste fiel? ¿Justo?¿Comprensivo? ¿Paciente? ¿Bondadoso?

La lista seguía y seguía y cada interrogante te incomodaba más y más. Te levantaste de nuevo, fuiste a la ventanilla y esta vez de plano pediste hablar con algún jefe o supervisor. Llegó San Pedro. Tratando de ser cortés pero también muy firme en tu defensa, le expusiste que había habido un terrible malentendido:

 

-Es que da la impresión de que aquí consideraran que para poder entrar al cielo hace falta haber hecho cosas, realizado acciones, obras pues, y me parece absurdo ya que Jesús murió por nosotros, para salvarnos. No hay nada que yo o, con todo respeto, Ud. o cualquiera hubiera podido hacer para ganar el cielo. En la Biblia dice San Pablo que 'basta tener fe' (ver Rom 3,28), o sea que no hace falta nada de esto que ustedes piden.

San Pedro te escuchó pacientemente, pero luego te dio una respuesta que te dejó sin ídem.

-Hijo, es verdad que el Señor murió para redimirnos a todos y que nada que hubiéramos podido hacer nos hubiera obtenido la salvación. No es que las obras nos salven, es que mediante las obras demostramos que aceptamos la salvación que el Señor nos ofrece, nuestras acciones demuestran nuestra fe.

-Pero yo tengo mucha fe en Jesús y un día lo acepté como mi Señor.

-Eso está muy bien, pero no basta. Él dijo: "No todo el que me diga: 'Señor, Señor', entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de Mi Padre" (7, 21).

Y cumplir Su voluntad es amar. San Pablo mismo dice que el amor es mayor que la fe, que si no hay amor no hay nada, y que ese amor debe mostrarse en acciones concretas, por las que seremos juzgados (ver 1Cor 13; Rom 2,6; 2Cor 5,10). El propio Señor nos pidió que hiciéramos buenas obras (ver  Mt 5, 16; 25, 31-46).

-Pues yo no me enteré de esto. No sabía que se esperaba que hiciera todas estas cosas.

-Todo lo que se te preguntó en esa hojita está basado en lo que dice la Biblia.

-Es que la verdad no tenía tiempo para leerla.

-Bueno, también se proclamaba en Misa. Por ejemplo, la Segunda Lectura de este domingo plantea: "¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no lo demuestra con obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?" (Stg 2,14)

-Es que casi no fui a Misa, y cuando iba me distraía, no creía que lo que se leía estuviera dirigido a mí.

-Pues sí estaba, y ojalá hubieras escuchado y atendido cuando todavía era tiempo.

Un escalofrío te recorrió al darte cuenta de que tu solicitud de ingreso al Cielo iba a ser denegada. Miraste a San Pedro cerrar los portones y el golpe te estremeció: el golpe que te diste al caer de la cama. ¡Todo fue un sueño! o...tal vez... ¿otra oportunidad?

 

(Del libro de Alejandra María Sosa Elízaga “El regalo de la Palabra”, Colección ‘Fe y Vida’, ciclo B; Ediciones 72, México, p. 129).

Publicado el domingo 12 de septiembre de 2021 en la pag web y de facebook de Ediciones 72