y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Jornada de oración + ayuno = ¡poderoso binomio!

Alejandra María Sosa Elízaga**

Jornada de oración + ayuno = ¡poderoso binomio!

El Papa Francisco está muy preocupado por la amenaza de guerra en Siria y la violencia en todo el mundo.

Así que decidió convocar a los católicos y a toda persona de buena voluntad, a participar en una jornada de oración y ayuno para pedir por la paz (lee su llamado en bit.ly/19Ygayd ).

Y tal vez algunos se preguntan: ¿por qué se le ocurrió esto el Papa?, ¿toda una jornada de oración?, ¿ayuno?, ¿qué no sería más fácil pedirnos, como nos pidió cuando lo nombraron Papa, que oremos un Padrenuestro y un Avemaría?

Para responder cabe recordar que la combinación ‘oración/ayuno’ no es invento del Papa.

Es una práctica que personas creyentes en todo el mundo han venido realizando desde antiguo.

En nuestro caso católico, le damos particular importancia porque tenemos muy presente aquel episodio en el que los discípulos de Jesús trataron de exorcizar a un joven poseído por un espíritu sordo y mudo que solía revolcarlo y arrojarlo al agua y al fuego para matarlo, pero no pudieron.

En cambio a Jesús le bastó dar una orden para lograrlo.

Sus discípulos le preguntaron por qué ellos no consiguieron expulsar a ese demonio, Jesús respondió: “Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración y el ayuno” (Mc 9, 29).

Descubrimos así que orar y ayunar es una combinación muy poderosa.

¿En qué radica su poder?

Para comprenderlo consideremos cada elemento por separado.

El poder de la oración radica, en primer lugar en no confiar en nuestras solas míseras fuerzas, sino levantar la mirada hacia Dios y reconocer que sin Él nada podemos.

Orar nos permite poner nuestro asunto en manos de Aquel que todo lo puede, de Aquel que en todo interviene para bien (ver Rom 8, 28).

El Papa anunció que este sábado 7 de septiembre presidiría una oración de 7pm a las 12am, hora de Roma (12pm a 5pm hora del centro de México).

 ¿Por qué dedicarle tantas horas?, ¿qué no basta orar un ratito?

Desde luego toda oración, corta o larga, es valiosísima, el requisito fundamental no es la extensión, sino que salga del corazón.

Pero una vez dicho esto, cabe hacer notar que dedicar una jornada a orar permite entrar a la oración sin prisas, desentenderse del reloj, sabiendo que se tienen horas por delante, y meterse más a fondo, disfrutar serenamente de momentos de alabanza, de petición, de adoración en silencio, entrar en mayor intimidad, en mejor sintonía con Dios.

Es como si alguien que quieres mucho y a quien no has podido ver más que a ratitos, te dice que tiene cinco horas que puede dedicarte enteramente, para platicar sabroso. ¡No te parece demasiado tiempo, al contrario, se te va como agua!

El poder del ayuno radica, sobre todo, en que es expresión de amor, de donación, de renuncia a uno mismo.

Ayunar, (que puede consistir en pasarse el día a pan y agua, o bien tomar algo muy ligerito, lo indispensable, en la mañana, hacer una sola comida, austera, al mediodía y tomar lo mínimo en la merienda), permite liberar la mente de la preocupación por el alimento físico y enfocarla enteramente al alimento espiritual.

Ayunar es ofrecer a Dios un pequeño sacrificio.

Ayunar fortalece la propia voluntad, el dominio propio.

Ayunar nos ayuda a solidarizarnos con quienes padecen hambre; nos hace más sensibles a las necesidades de los demás.

Orar y ayunar potencia el poder de la oración y del ayuno, porque, por una parte, respalda la oración con un sacrificio, con una renuncia, con una donación de sí mismo, y, por otra, da un sentido espiritual a la privación voluntaria, ofreciéndola a Dios en favor de otros; es un acto de verdadera caridad.

Es muy significativo que el Papa nos convoque -con él o después, por nuestra cuenta- a vivir una jornada de oración y ayuno.

Nos está pidiendo, para decirlo en argentino, ‘echar toda la carne al asador’, es decir, darlo todo, poner el máximo esfuerzo, para exorcizar del mundo el demonio de la guerra, para pedir, en cuerpo y alma, por la paz.

*Publicado el domingo 8 de septiembre de 2013 en ‘Desde la Fe’, Semanario de la Arquidiócesis de México, año XVII, n.863, p.6.
También en la pag web de ‘Desde la Fe’ (www.desdelafe.mx) y en la del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (www.siame.com.mx)
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