y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Propósitos de Pascua

Alejandra María Sosa Elízaga**

Propósitos de Pascua

Mucha gente hace ‘propósitos de Cuaresma’: durante los cuarenta días del tiempo cuaresmal, se propone privarse de algo o realizar algo a manera de sacrificio.

Preguntando aquí y allá descubrí que entre los propósitos de Cuaresma más ‘populares’ están: dejar de comer chocolates, dejar de ver televisión, no decir chismes, no fumar, dejar de tomar alcohol, compartir bienes con los necesitados, realizar trabajo voluntario en algún asilo u orfanato, ir de misiones.

Incluso en librerías religiosas suelen vender calendarios de Cuaresma en los que en cada día se propone realizar alguna sencilla obra de caridad.

Todo esto es positivo en el sentido de que ayuda a que las personas ejerciten su dominio propio y sobre todo, su caridad, pero cabe preguntar: ¿qué pasa con los propósitos de Cuaresma cuando ésta termina?, ¿se abandonan por completo?

Hay quien hace ‘propósitos de Cuaresma’ pensando que bien puede realizar aquello que se propuso, al fin que sólo son cuarenta días y luego ya puede volver a la ‘normalidad’, así, a quien dejó los chocolates, tarde se le hace para darse un atracón en Pascua, quien dejó de ver televisión, vuelve a prenderla de la mañana a la noche; quien no dijo chismes se dedica a platicar todo lo que calló, quien dejó de fumar o de tomar retoma su vicio con más furor; quien realizó alguna obra de caridad la suspende porque considera que ya hizo suficiente.

La Cuaresma se convierte así en una especie de paréntesis en el que se interrumpen ciertas actividades, sólo para volverlas a reanudar en cuanto ésta termina.

Ello no sólo propicia que no rinda ningún fruto permanente (por eso Cuaresmas van y Cuaresmas vienen y seguimos en las mismas), sino que pasa por alto lo más importante: al tiempo de Cuaresma le sigue el tiempo de Pascua, en el que celebramos no que Jesús revivió, no que regresó a la vida que tenía antes de morir en la cruz, sino que resucitó, que tiene una vida nueva.

Por lo tanto resulta un contrasentido que al llegar la Pascua nosotros regresemos a la vida que teníamos antes, en lugar de celebrar la Resurrección emprendiendo una vida nueva.

Ojalá en lugar de regresar a nuestros viejos hábitos y vicios, a nuestro acostumbrado egoísmo y comodinismo, nos propongamos realizar cambios permanentes, que no duren sólo cuarenta días sino toda la vida.

Que así como hacemos propósitos de Cuaresma, hagamos propósitos de Pascua, que no tienen que ser muchos ni muy complicados, simplemente algo que nos haga crecer en amor y beneficie a quienes tenemos alrededor.

*Publicado el domingo 14 de abril de 2013 en 'Desde la Fe',Semanario de la Arquidiócesis de México, año XVII, .842, p.6.
También en la pag web de 'Desde la Fe' (www.desdelafe.mx) y en la del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (www.siame.com.mx).
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