y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Cuatro modos de recuperar la felicidad de dar

Alejandra María Sosa Elízaga*

Cuatro modos de recuperar la felicidad de dar

Hay más felicidad en dar que en recibir

Es una frase de Jesús, que está escrita en la Biblia, aunque curiosamente, si la buscas en alguno de los Evangelios no la vas a encontrar, porque no está allí.

Aparece en el libro de Hechos de los Apóstoles, y es san Pablo el que nos la ha transmitido (ver Hch 20, 35).

¡Qué gran verdad encierra! Y ¡cuánta falta nos hace ese mensaje en estos días en que tanta gente se agobia pensando: ‘¡ay, qué horror, lo que voy a tener que gastar en regalos!’, ‘¡ay qué lata, nunca sé qué regalar!’, ‘¡qué barbaridad, no me alcanza para nada!’, ‘¿qué rayos le regalo si lo tiene todo!’

¿Cómo hacer para recuperar esa felicidad de dar de la que habla el Señor?

He aquí cuatro propuestas para poner en práctica en familia, en el grupo parroquial, en la escuela o comunidad laboral.

1. Intercambio de regalos espirituales

En lugar de intercambiar regalos materiales (que siempre dejan a alguien quejándose de que dio un obsequio muy bueno y recibió a cambio uno muy malo), intercambiar regalos espirituales deja felices tanto a los que los dan como a los que los reciben.

Se realiza así: Se reparten hojas en blanco a los participantes. Cada uno anota en su hoja qué ofrece como regalo espiritual (por ej: rezar tal número de Padrenuestros, o Avemarías o Rosarios, u ofrecer la Comunión de tal Misa, etc) y anota su nombre. Se doblan las hojas, se ponen en un recipiente, cada participante saca una y lee en voz alta lo que recibió como regalo y quién se lo da. A su vez, la persona que ofreció ese regalo, anota quién le tocó (para no olvidar cumplir lo que prometió regalar).

Los participantes salen siempre gozosos, pues todos dan y reciben algo muy valioso.

2. Dar obsequios de tiempo

Sentimos que tenemos poco y que no alcanza para nada, así que lo valoramos muchísimo, y no me refiero al dinero, sino al tiempo. Por eso un regalo en verdad costoso, no es el que cuesta mucho en términos económicos, sino el que cuesta mucho porque implica regalar nuestro tiempo. Resulta muy satisfactorio y apreciado, en lugar de dar regalos comprados a parientes y amigos, sobre todo cuando se trata de personas de edad, que están solas o enfermas, obsequiarles ‘vales’ en los que se ofrece pasar con ellas determinado tiempo, para llevarles a donde necesiten, acompañarles en una cita médica o trámite, o simplemente para disfrutar juntos una mañana o una tarde.


3. Preparar una donación familiar

Un proyecto muy bonito consiste en preguntar al sacerdote de la parroquia qué familia está muy necesitada, y organizar que en la noche de Navidad, cada invitado a la cena lleve algo adecuado para dar a esa familia, prendas de ropa, alimentos, golosinas, juguetes, etc. y armar entre todos un arcón navideño para llevarlo al día siguiente a la parroquia, para que el padre lo entregue. Jesús dijo “lo que hicísteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a Mí me lo hicísteis” (Mt 25, 40), qué mejor manera de celebrar al del cumpleaños, que reconociéndolo y amándolo en los más necesitados.

4. Pedir donativos en lugar de regalos

A parientes, amigos o colegas de confianza, les puede pedir: ‘lo que te iba a costar mi regalo, por favor dónalo a esta obra de caridad’, y les das el nombre y número de cuenta de tu institución favorita de asistencia social. Ingenioso modo de dar sin gastar...

Hasta aquí estas cuatro sugerencias. De seguro a ti se te ocurrirán otras más con las que también puedas alegrar a Jesús en Su cumpleaños, y comprobar una y otra vez que es verdad que la auténtica alegría no está en recibir, sino en dar.

Publicado el domingo 4 de diciembre de 2016 en 'Desde la Fe', Semanario de la Arquidiócesis de México, p. 2, y en las pags web y de facebook de 'Desde la Fe', de SIAME (Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México), y en la de Ediciones 72.