y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Negativa paternal

Alejandra María Sosa Elízaga*

Negativa paternal

-‘¡Pues yo sí te quiero!’

Estas dos frases se repitieron alternadamente muchas veces. 

La primera la decía una nena como de cinco años, la segunda, su papá, que había ido a recogerla a la escuela. Afuera de ésta, vendían ‘raspados’. 

A la niña la sedujeron los colores brillantes de los saborizantes, al papá le preocupó la dudosa procedencia del hielo.

La niña quiso raspado, y cuando su papá dijo no, ¡empezó el berrinche!

Era de llamar la atención la manera firme y cariñosa con la que el papá respondía una y otra vez a la exasperación de su hija. 

Nunca cayó en la tentación de decirle: ‘¡pues yo tampoco te quiero!’, ni de amenazarla o chantajearla. Se mantuvo firme en su negativa, pero firme también en reiterarle su amor.

Recordé ese incidente ahora que se celebra el ‘día del padre’, y reflexionaba en que cuando se enlistan las cualidades que debe tener un buen papá, no suele mencionarse una que es muy importante: saber decir no, que implica, en primer lugar, atreverse a decirlo, y, en segundo, saber cómo.

A muchos papás les da miedo que si les niegan algo a sus niños, éstos hagan desde pucheritos hasta pataletas; temen que se enojen con ellos, les aterra ‘caerles mal’ y que los dejen de querer, así que les dan cuanto piden, les conceden todos sus gustos y caprichos y convierten a sus niños en consentidos insoportables, y, lo más grave aún, los privan de aprender algo importantísimo: cómo lidiar con la frustración.

A nadie le gusta que le digan que no, pero en la vida sucede continuamente, es inevitable. No todo lo que uno quiere o espera resulta como uno quiere o espera.

Y cuando eso sucede, hay dos posibilidades: hacer berrinche y quedarse atorado en la frustración, o aceptarlo y seguir adelante.

Se hizo un estudio muy interesante para saber qué factores determinan que una persona pueda superar o no dificultades y obstáculos que se le presentan, y entre los factores decisivos, se detectó que quienes de chiquitos recibieron una sana dosis de ‘no’, pueden asumir y superar mejor la frustración.

Ahora bien, no basta decir no, hay que saber decirlo. El ‘no’ que se grita con enojo, acompañado de violencia, física o verbal, lastima al niño.

Una negativa firme, pero dicha con cariño, le da una lección invaluable: que cuando su papá le niega algo, no lo hace para molestarlo o porque no lo quiera, sino por una buena razón.

En el mencionado estudio, se descubrió también algo muy significativo: que los ‘no’ que recibe un niño, afectan de grande su vida espiritual.

Muchas personas se alejan de Dios porque le han pedido la salud de un ser querido, y éste no sanó o falleció; o le han solicitado cierto favor que no les ha cumplido, y sintieron que no las escuchó, o no le importó, o quiso fastidiarlas o no existe.

Reacciones todas fruto de la frustración y de una distorsión de la imagen de Dios.

En cambio, quienes de niños captaron que cuando sus papás les decían ‘no’, era por su bien, pueden luego aplicar esa experiencia a su relación con su Padre celestial, y cuando Dios les dice ‘no’ a lo que le piden, están mejor dispuestos no sólo a comprenderlo y aceptarlo, sino incluso a agradecerlo.
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Y hablando de agradecer: en este día, no nos olvidemos de dar gracias a Dios Padre, de quien procede toda paternidad; darle un gran abrazo a los papás vivos; orar por los difuntos; felicitar al padre de tu parroquia, encomendarlo a él y a todos los padres y obispos al Señor, y pedir en especial por el Papa Francisco, nuestro padre y pastor.

Publicado en 'Desde la Fe', Semanario de la Arquidiócesis de México, domingo 19 de junio de 2016, p. 2