y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Vestir al Niño Dios: ¿devoción, disfraz o superstición?

Alejandra María Sosa Elízaga**

Vestir al Niño Dios: ¿devoción, disfraz o superstición?

Si en estos días visitamos algún mercado en México, probablemente hallaremos al menos un puesto que anuncie: ‘Se visten Niños Dios’.

Es una tradición muy arraigada la de llevar una figura del Niño Jesús, de pasta o porcelana, tamaño natural o tan pequeña que quepa en la palma de la mano, a vestir y luego a bendecir a la iglesia el día 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor, más conocida como la Candelaria.

Pero como toda devoción popular, ésta también corre el riesgo de desvirtuarse, por lo que conviene tener en cuenta lo siguiente:

1. La figura del Niño no es un muñeco.

Representa a Jesús, es decir a Dios hecho Hombre cuando era Niño.

Ello implica que se le debe tratar con respeto.

2. Hay quien dice que el Niño ‘se enoja’ si no estrena ropa, lo cual es absurdo.

La figura es simplemente una imagen, que no ve ni oye ni siente.

Ni siquiera el verdadero Niño Jesús se enojaría por algo tan frívolo, si Él vino al mundo y se dejó envolver en pañales (ver Lc 2,7), ¿cómo se iba a molestar si no le cambian el guardarropa?

3. Dado que la imagen representa a Jesús recién nacido, sólo hay dos maneras adecuadas de vestirlo: una es con ropita propia de bebé, y la otra es destacando alguno de los atributos que le celebra la Iglesia, por ejemplo, como Sagrado Corazón, Señor de la Divina Misericordia, Buen Pastor, Cristo Rey, Cristo Sacerdote, etc.

Hacerlo así constituye una bella devoción y promueve un culto adecuado al Señor.

4. Quienes visten Niños Dios, están tan organizados que cuentan con ‘catálogos’ que muestran los diversos trajecitos que se le pueden poner.

Al respecto, cabe decir lo siguiente: El sentido de vestir al Niño Jesús es justamente eso, vestirlo, no disfrazarlo.

¿Cuál es la diferencia?

Se le viste cuando se le pone un traje adecuado a Su dignidad de Hijo de Dios.

Se le disfraza cuando se le viste de criatura, es decir, de un ser inferior a Él.

Y así como a los papás les hace mucha gracia que sus niños salgan vestidos de animalitos o de flores en un festival escolar, hay gente a la que le parece muy simpático ver la imagen del Niño Dios como san Juditas, san Charbel, san Juan Dieguito, Papa Francisco, Ángel de la Guarda, san Miguel Arcángel, futbolista, etc. pero no se trata de disfrazarlo para que se vea chistoso, sino de honrarlo, porque representa a Dios.

5. El catálogo también ofrece trajes de ‘Niño del éxito y la prosperidad’ y ‘Niño de la suerte’, con moneditas de oro; ‘Ángel de la abundancia’, con un ‘cuerno lleno de dinero; ‘Ángel del amor’ con un corazón rojo en la mano, etc.

Son aberraciones que convierten la imagen en una especie de ‘amuleto’ que supuestamente garantiza aquello que representa (éxito, dinero, suerte, amor).

Quien lo viste así cae en una superstición, es decir, comete el pecado de pretender manipular a Dios.

El remedio a esto tiene que venir por partida doble: que quienes visten Niños Dios, quiten de sus catálogos las fotos de trajes que no hacen verdadero honor a la dignidad de Quien representan, y que quienes llevan su Niño a vestir, nunca elijan dichos trajes.

Y si a al leer esto alguien piensa: ‘¡en la torre!, ¡mandé vestir mi Niño de lo que no debía!’, todavía tiene arreglo: puede quitarle las alitas o las moneditas o lo que sea que lo identifica con lo que no debe, y dejarlo simplemente con lo que lo haga lucir como lo que es, imagen de Jesús Niño, una representación que merece y despierte ternura y devoción.

Publicado en "Desde la Fe", Semanario de la Arquidiócesis de México, domingo 31 de enero de 2016, p. 2