y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

¡¡Preséntamelo!!

Alejandra María Sosa Elízaga**

¡¡Preséntamelo!!

-Está guapísimo, es súper buena onda, de muy buena familia y además me dijo que ¡se muere de ganas de conocerte!

-Pues ¡ya preséntamelo!

Escuché esta conversación al caminar por entre las mesas de un café al aire libre, en una de las cuales estaban dos amigas platicando.

Sonreí para mis adentros y me pregunté si la favorecedora descripción del galán, de verdad correspondería a la realidad o la joven que saldría con él tal vez descubriría que ni era tan guapo ni tan ‘buena onda’ como su amiga aseguraba.

La mayoría de las ‘citas a ciegas’ fracasan porque a cada uno le han hablado tan exageradamente bien de su posible pareja, que se ilusiona demasiado y cuando por fin la conoce, oh decepción, resulta que no es para nada como esperaba.

Pero, ¿y si sucediera lo contrario?, ¿qué ocurriría si la persona que acepta que le presenten a alguien de quien le han hablado maravillas descubre que no sólo son ciertas sino que quienes las dijeron se quedaron cortos?

Reflexionaba en esto al leer el documento del Sínodo de Obispos que concluyó el domingo 28 y en el cual se trató el tema de “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.

¿Qué es eso de la ‘nueva evangelización’ en qué consiste? El documento dice que no consiste en compartir un libro o una doctrina ni es “un sistema de artículos de fe y de preceptos morales ni, menos aún, un programa político, sino que es una persona: Jesucristo como Palabra definitiva de Dios, hecha hombre”, y afirma que: “transmitir la fe significa crear en cada lugar y en cada tiempo las condiciones para que este encuentro entre los hombres y Jesucristo se realice.” (11).

En otras palabras, que la nueva evangelización,  a la que todos estamos llamados, no es otra cosa que presentarle a Jesús a quien no lo conoce porque nunca ha tenido un encuentro personal con Él.

Nos toca propiciar la ‘cita’, animar a otros a acudir con la certeza de que no será una de esas ‘citas a ciegas’ en las que alguien resulta defraudado, ¿por qué? porque el Señor ya los conoce y aún así acude a la cita, Enamorado, y a cuantos se encuentran con Él los colma de un amor, una dicha, una paz, que supera infinitamente cuanto pudieran haber imaginado

*Publicado el domingo 4 de noviembre de 2012 en 'Desde la Fe', Semanario de la Arquidiócesis de México, año XVI, n.819, p.6
También en la pag web de 'Desde la Fe' (www.desdelafe.mx) y en la del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (www.siame.com.mx).
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